Ernesto Cantillo despertó un día con un dolor en su mandíbula. Su boca estaba completamente inmóvil, en una posición que dejaba un espacio de un centímetro de distancia entre sus maxilares superiores e inferiores que no podía abrir ni cerrar.
'Tenía la mandíbula desencajada, no sabía lo que me pasaba. Me tocó cerrarme la boca a la fuerza con las manos e irme a un centro de atención donde me mandaron unos exámenes', cuenta el joven, quien ese día supo que sufría de un hábito muy común entre las personas llamado bruxismo.
El bruxismo, de acuerdo con Colton Rosales, odontólogo y cirujano maxilofacial, es una 'actividad parafuncional que consiste en el movimiento involuntario de la mandíbula, que causa apriete y rechinamiento de los dientes'.
Este movimiento, que ocurre comúnmente en las noches, es causado, según Rosales, por factores como 'la maloclusión, o una mala mordida y, en mayor medida, por el estrés y la ansiedad'.
Casos como el de Ernesto son muy comunes. A lo largo de los primeros semestres de su carrera, 'subieron sus niveles de estrés', lo que le causó esta reacción involuntaria. 'De vez en cuando sentía un dolor en la mandíbula, cerca del área de la oreja, pero nunca supe que tenía este problema hasta ese día', cuenta.
Según Colton Rosales, las consecuencias que trae el bruxismo son 'dolores de cabeza, desgaste en el esmalte de los dientes, dolores musculares en el cuello, espalda y la articulación temporomandibular, dolor de oído y muy rara vez una luxación mandibular'.
Uno de los problemas que hacen de este hábito peligroso, de acuerdo con el cirujano maxilofacial Jorge Navarro, es el hecho que es de 'difícil detección' y complementa que muchos de los pacientes se dan cuenta una vez está avanzado el hábito. 'En muchos casos los pacientes se dan cuenta, cuando bostezan en la mañana, que les da calambre en los músculos maseteros y esto se da porque han estado trabajando durante toda la noche', explica Navarro.
Desde la perspectiva de los cirujanos, ambos expertos coinciden en que una placa que se coloca al dormir, junto a relajantes musculares, son un alivio temporal al problema.
Sin embargo, 'no existe medicina, ni cura para este mal, aparece y desaparece por épocas', afirma Rosales.
La perspectiva psicológica
Otra forma para mejorar este hábito es desde el tratamiento psicológico.
De acuerdo con la psicóloga clínica María Eugenia Reátiga, el bruxismo 'no aparece en los libros de psiquiatría infantil, no es un problema de funciones, está directamente relacionado con la ansiedad'.
Gloria Hurtado, especializada en psicóloga clínica, aclara que 'Los síntomas que se presentan en la boca tienen que ver con la agresividad'. Lo más importante es expresar emociones, tiene que aprender a decir lo que no le gusta.
Nury Lugo, neuropsicóloga, explica que 'la ansiedad es un mecanismo de defensa ante una situación que se interpreta como amenaza o ataque, y el bruxismo es una expresión de lucha, de defensa'.
Es más común en la noche ya que, 'durante el sueño se baja la guardia y aparecen mecanismos involuntarios de defensa', continúa Lugo.
Es esencial para curarse de este mal -de acuerdo con las tres psicólogas consultadas- identificar la raíz que causa la ansiedad.
Hurtado dice que para mejorarse es crucial 'expresar las emociones y aprender a decir lo que no gusta como forma de eliminar la represión'.
Reátiga explica que cuando el problema tiene que ver con una sobrecarga de la vida cotidiana, como los estudios y el trabajo, se deben 'introducir rituales o rutinas que relajen como oír música, caminar por un parque viendo la naturaleza, hablar con amigos; es decir, permitirse placeres sanos de manera rutinaria'.
Si esto no es suficiente, y el caso requiere de una atención intensiva, Lugo recomienda la 'psicoterapia con enfoque cognitivo conductual hacia el reconocimiento de los factores estresógenos, para de esta forma entender cuáles son las situaciones que la persona percibe como amenazadoras y que hace que los mecanismos de defensa se activen, haciendo aparecer la ansiedad'.