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En su vecindario muy pocos lo llaman Alci, la mayoría le dice 'Pachi'. Siempre ha vivido en el mismo barrio de Soledad Viejo conocido como Oriental. Cuando no está de gira acostumbra sentarse en la terraza de su casa. Los últimos dos años lo acompaña un taburete en el que monta la pierna izquierda que aún no se recupera del todo después de una operación en la rodilla. 'Estoy un poquito preocupado porque es incómodo andar con bastón', comenta el maestro Alcibiades Acosta Cervantes, el soledeño, el que le canta al despecho, 'pero de forma sofisticada'.

Para escribir sobre él se necesitaría un libro con capítulos extensos, aunque suene cliché. Una entrevista face to face como la que le concedió a Gente Caribe o como la que le harán este sábado en el Carnaval de las Artes también se queda corta. Nada que hacer, son 78 años cumplidos, 52 de vida artística, 30 de vivir en la misma casa, 56 de estar casado con doña Ruth, tres hijos, cuatro nietos, dos bisnietos, 67 producciones musicales y cientos de historias que hablan de sus alegrías y tristezas, las épocas de pobreza y también las prósperas. Su vida, sin lugar a dudas, es un extenso long play que tiene el sello característico de su tesitura única e inigualable.

Sus inicios

Alci Acosta nació en un hogar soledeño en el que las necesidades económicas eran el pan de cada día. Su padre, Luciano Acosta, vivía de hacer tacones para zapatos de mujer, y él, junto a su hermano Alfredo, lo ayudaban en esa labor.

'Yo repetí como tres veces primero elemental, no por bruto, sino que mi mamá (Sara Cervantes) nos sacaba a mitad de año. A ella le daba mucho pesar que nosotros llegáramos del colegio y no tuviésemos nada que comer. Teníamos que ayudar a papá a hacer los tacones. Mi papá salía a Barranquilla a las 4 de la tarde con su saquito de tacones, al barrio San José, se los vendía a un señor que se llamaba Fermín. Regresaba como a las 7 de la noche y nos traía la comida, éramos cinco, esa vaina fue dura', recuerda con precisión. Señala que llegó hasta cuarto elemental, 'y eso, porque estudiaba en la noche'.

Pero la vena musical estaba ahí, sobre todo del lado de los Cervantes. Precisamente su primo hermano Ismael Cervantes, que tocaba batería, consiguió la profesora de piano y solfeo, Ana Carrasquilla, le diera sus primeras clases. Ella le consiguió un cupo en Bellas Artes, donde duró cuatro años. Ahí conoció a Lucho Better, 'un gran amigo' que le mostró el camino en el piano para interpretar cumbia y guaracha. Con esas bases, Alcibiades consiguió ganarse sus primeros 9 pesos, al tocar el piano –curiosamente– con una papayera en el cabaré El Jardín, en Barranquilla. Luego lo reclutó su tío Teódulo Cervantes, 'que era cantante y tenía un grupo que se llamaba los Sonoros Costeños. Había acordeón, bajo, guitarra y bongó. Tocaban en bailes y fiestas, tenía como 17 años'.

Después tocó con varias agrupaciones hasta que grabó en estudio sus dos primeras canciones en Bogotá con la orquesta de Tony Moreno, Los 10 del pentagrama. 'Ellos iban a grabar un disco, entonces Tony sabía que yo más o menos me defendía cantando, había una cumbia que se llama Tabaco pisao y un bolero, Con todo el alma, esas fueron las primeras canciones que grabé. El pianista era el difunto Jimmy Salcedo. En ese disco aparezco como Alcibiades Acosta'.

Después de esto viene la historia ampliamente divulgada en la que graba su primer long play titulado Son recuerdos, con la autoría de todas las canciones de Cristóbal San Juan y en el que el sencillo Odio gitano se convirtió en su primer éxito en Barranquilla y otras ciudades de Colombia como Santa Marta, Cartagena, Cali y Bogotá.

El retiro y los homenajes

Una experiencia marcó a Alci Acosta y esa fue ver a Daniel Santos en un homenaje que le rindieron en Nueva York.

'Ahí estaba Orlando Contreras y este servidor, la Sonora Matancera, eso estaba lleno y me dio mucha tristeza, porque desde muy muchacho fui fanático de Daniel Santos y ver que se le olvidaban las canciones, que su tesitura no era la misma me impactó; sin embargo, la gente lo aplaudía. Yo me miré en él y dije que no podía retirarme así, sino haciendo las cosas bien (...) yo dije hace seis o siete años que me iba a retirar, pero la gente no ha dejado. Creo que ahorita sí, el problema es saber qué voy hacer cuando lo haga, que no me vaya a coger la nostalgia, tengo proyectado hacerlo en tres años si la gente y mi salud me lo permite', concluye Alci, el soledeño que le canta al despecho, pero de forma sofisticada.