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Ante la falta escasez de párrocos, el papa Francisco afirmó durante una entrevista con el diario alemán Die Zeit, publicada este jueves, que 'habría que pensar' sobre la posibilidad de ordenar a los 'viri probati', hombres casados, sobre todo jubilados y muy implicados en la Iglesia.

Agregó 'que también debemos determinar cuáles serían sus funciones, por ejemplo, en localidades remotas', concretizando un poco más el proyecto evoca desde hace varios años.

Esta declaración, de quien ha dicho que es pecador y no es infalible, no es ajena al nuevo rostro que ha dado, el primer latinoamericano en convertirse en papa, a la Iglesia católica.

Desde 2013, cuando sustituyó a Benedicto XVI, quien sorprendió al mundo con su dimisión, la institución volvió a estar en el ojo del huracán mediático, y esta vez no por los controversiales casos de pedofilia de sacerdotes.

Las acciones y declaraciones del papa, el argentino Jorge Bergoglio, en redes sociales o durante sus discursos han generado polémicas no solo en la comunidad religiosa, sino también entre líderes políticos y económicos. Ese es el caso de la encíclica papal, publicada en 2015 bajo el título Laudato Si (Alabado Seas), la primera de un vicario de Cristo dedicada completamente al medio ambiente, y que aborda 'la tibia respuesta de los líderes políticos y económicos a esa crisis'. El excandidato republicano a la Casa Blanca Jeb Bush Bush opinó, entonces, que la religión no debía mezclarse con cuestiones 'que tengan un efecto en el ámbito político'.

Ante la elección de Trump como presidente de los Estados Unidos, el papa le dijo al diario El País que 'en momentos de crisis, no funciona el discernimiento, y para mí es una referencia continua. Buscamos a un salvador que nos devuelva la identidad y que nos defienda con muros y alambres'.

El papa Francisco, que ayer puso fin a al retiro espiritual que ha realizado con motivo de la Cuaresma en Ariccia, Roma, afirmó en 2015: 'Una vez, en una reunión, escuché a un padre que confesaba que en ocasiones tiene que pegarles a los hijos, pero nunca en la cara para no humillarlos. Qué lindo. Tiene algo de dignidad. Tiene que castigar, pero de manera justa', añadió. Este comentario generó críticas en diferentes sectores que interpretaron la afirmación como una aprobación a los golpes por parte de los padres a sus hijos.

'Ningún golpe a un niño es digno. Que sea claro. Toda violencia contra los niños es inaceptable', declaró la ministra alemana para la Familia, Manuela Schwesig al diario Die Welt.

El sumo pontífice fue además objetivo de una ola de quejas por haberle pedido a un legislador amigo argentino, Gustavo Vera, que 'evitara la mexicanización' del país. 'Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror', agregó en la misiva en 2015.

'No es verdad que para ser un buen católico hay que reproducirse como los conejos', dijo también el jerarca de la Iglesia católica, haciendo alusión al tema de la natalidad durante una gira en Asia.

Las afirmaciones del obispo de Roma número 266 han dividido a los católicos. Los más conservadores lo han cuestionado por sus comentarios 'ambiguos' sobre moralidad sexual.

Durante una conferencia de prensa a bordo del avión papal a su regreso a Brasil, dijo que no juzgaría a los sacerdotes por su orientación homosexual. 'En un lobby no todos son buenos, pero si una persona gay busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?', dijo Francisco.

Movimientos políticos progresistas y líderes de la comunidad LGTBI encontraron esas declaraciones positivamente sorprendentes.

En relación con el número de migrantes que murieron intentando cruzar el mar Mediterráneo, que en 2016 alcanzó la cifra de 3.800 personas (hasta octubre), Bergoglio hizo una reflexión: 'Que el Mediterráneo se haya convertido en un cementerio nos tiene que hacer pensar'.