A tan solo nueve días de cumplirse tres años de haber sido atacada con ácido en el 37% de su cuerpo y todo su rostro, Natalia Ponce de León llegó ayer a Barranquilla con un conmovedor discurso sobre la resiliencia y el poder de perdonar.
El auditorio de la Universidad del Norte, en el marco del encuentro Cátedra Colombia XVII, congregó a jóvenes y adultos que admiran la labor que ha realizado Ponce a través de su testimonio y de su fundación.
'Me quemó el cuerpo, pero no el alma', fue una de las frases más motivantes, con la que invitó a las víctimas a autodenominarse sobrevivientes y victoriosos. En medio de su intervención, Natalia confesó que en el proceso de su recuperación aparecieron sentimientos de odio y venganza, pero entendió que perdonar 'era el camino correcto'.
Sin registros
Aunque el caso de Natalia fue el reflejo de un flagelo que ya tenía varios registros ocultos en Colombia, para ella 'aún hay mucho que mejorar'.
Lo primero –destaca– es bajar los índices de impunidad, aplicando la ley 1773 (que lleva su nombre), por medio de la cual los atacantes con ácido tienen una pena de entre 30 y 50 años para los agresores.
Lo segundo –dice– es empezar a tener un registro 'para medir si hay un aumento o una disminución de los casos'. Sin embargo, afirma que Colombia figura como el país con más ataques con ácido per cápita.
En cuanto al registro en el departamento del Atlántico, la Secretaría de la Mujer y Equidad de Género notificó tener solo un caso registrado, al cual le han hecho seguimiento desde enero de 2015.
Se trata de la historia de Yarlenys Bermejo, quien acompañó a Natalia Ponce durante la jornada de ayer y aseguró que conocerla 'fue un sueño hecho realidad'.
Su ex esposo, con quien tiene dos hijos, se presentó la mañana del pasado 12 de enero de 2015 en su apartamento y le lanzó el ácido por 'no querer estar más con él'.
Las quemaduras afectaron el 80% de su cuerpo y la mitad de su rostro. Para Yarlenys 'en esta situación lo primero que nos ayuda es limpiar el alma y el corazón'.
No obstante, confiesa que el proceso ha sido duro y que hay mañanas en las que 'no sabes qué será de tus hijos y sientes que la vida no tiene sentido porque ya todo se acabó'.
Entretanto, Natalia señala que uno de sus principales anhelos es entregarle a Colombia un pabellón de quemados de cualquier índole, por ser 'una de las experiencias más duras para cualquier ser humano'.