Personas en carpas vendiendo productos con ciruela a lo largo de su calle principal, música ‘a todo timbal’, y limonadas para refrescar, son los que reciben al que a Campeche llega a visitar.
Racimos del fruto cuelgan a lado y lado de la vía, dispuesta para transitar desde las 8 de la mañana. Pero es cerca del medio día que residentes y turistas comienzan a llegar para ver qué pueden comprar. 'Aquí todo es con ciruela', es uno de los avisos que se puede observar. Lo cierto es que a ese pueblo se va es a disfrutar.
Vino, mermelada, pudín y hasta pan se puede encontrar con sabor a ciruela. Pero si eso no es lo que quiere probar no se preocupe. Almojábanas y alimentos con yuca y ají ‘topito’ puede degustar.
Así será hasta hoy, último día del festival, que comenzó el sábado 18 de marzo. 'Es un evento abierto al público. Totalmente gratuito. Lo hacemos por preservar la tradición y la siembra de la ciruela', explica Efraín Brochero, gestor de esta fiesta desde sus inicios, hace 29 años.
Tradición
Decenas de familias campechanas, según Delia Serje, Inspectora de Policía del municipio, intentan conservar la tradición de generación en generación. 'Aquí hay familias completas dedicadas a esto, que esperan ansiosas el Festival', comenta.
Damaris Ortega Hernández hace parte de una en particular. Ella aprendió de su mamá. Hace dulce, mermelada, galletas, vino y demás. Pero su pudín es por el que a su casa llegan a preguntar.
'Junto con mi mamá, Amparo Hernández, pensamos que si salía un postre de coco por qué no saldría uno de ciruela. Llevamos haciéndolo desde que comenzó el Festival (hace 29 años). Pero no vivimos de esto, es algo más tradicional', asegura Ortega desde el amplio comedor de su casa.
Ahí tiene decenas del pudín que no le dejan de comprar. Los mismos que vende desde una carpa en pleno Festival. 'Con el Festival recogemos como 3 o 4 millones. Así pagamos los insumos y se compra otra cosecha, se procesa y se guarda para el próximo año, por si no sale ciruela. Lo que nos queda es para mi mamá, mi hija y mi persona, pero es para guardar la tradición', confiesa.
Un pasatiempo. Así lo ve Yolanda Guisáis. A sus 62 años sigue preparando su receta casera. Se considera una repostera empírica, pues la apasiona cocinar. Su horno industrial lo puede confirmar. Pero no vive de eso, solo lo hace porque le nace. 'Esto para mí es un hobby, es mi pasión, pero todos en la familia saben, todos cocinan por igual, lo hacemos por la tradición'.
El negocio. Caso aparte es el de Denis Hernández. Tiene 68 años de edad, pero lleva 29 endulzando con ciruela. Como Amparo y Damaris, el Festival fue el impulso para su microempresa, a la que le dedica sus 365 días del año.
Cuando acaba el festejo, dice recoger cerca de dos millones, de los cuales solo con la mitad se logra quedar.
'Yo antes cosía, pero mi esposo y yo nos quedamos sin pensión. La ciruela se convirtió en una bendición, y con el Festival vendemos más. Pero para Semana Santa y el día de la madre también hago mis pudincitos'.
Pero no todo es 'color ciruela', dice entre risas Juan Sevilla. Él es de Baranoa, y a Campeche llega a trabajar. Visita varios festivales, esperando que su comida puedan probar. 'Yo vivo de las fiestas, de pueblo en pueblo', dice el hombre mientras menea una gran olla de sancocho de Mondongo. 'Uno viene con 3, 4 personas, y si le queda $300.000 es mucho', admite, esta vez sirviendo un plato de sopa. Vive solo, en Baranoa, vendiendo fritos. Trabaja de eso –dice– cuando no hay fiesta.
Es por esa razón que el máximo organizador del Festival, Efraín Brochero, dice que el apoyo debe ser mayor. 'Aquí vemos el protocolo de la Gobernación y demás entidades, pero no viene el apoyo como tal', añadiendo que son las microempresas las que se logran lucrar con sus ventas.
De hecho, hace unos días hubo una calamidad. Aproximadamente 14 millones de pesos fueron hurtados para la festividad. Al respecto, Brochero expresó que 'persiguieron a los que iban con el dinero para pagar las presentaciones musicales, pero gracias a Dios se salió adelante con amigos que han colaborado'.
A esto agregó que lo que buscan es que sea una plaza cultural, la misma que comienza a las 4 de la tarde, con el reinado, que va hasta la madrugada. Sin duda esta es la fecha para ir a Campeche, como dice Brochero, 'un pueblo esperanzado en que su producto no muera, que continúe por muchos años'.