La francesa Odile Decq vistió de negro para su conversatorio en Cátedra Europa, como le es habitual desde que adoptó el estilo gótico en los años 80, en una de las tantas acciones que ha tomado para reafirmar su identidad.
Estuvo en el Auditorio del recinto académico para reflexionar sobre arquitectura, la profesión que ejerce desde 1978 y con la que ha logrado ganarse un lugar pese a larga tradición masculina de la carrera.
Su discurso va encaminado a la reivindicación del individuo, pero a su vez, como mujer, ha liderado una lucha por el posicionamiento de las arquitectas en un mundo laboral en donde muy pocas veces alcanzan a ocupar grandes cargos.
En Francia no eran admitidas mujeres en la prestigiosa École Polytechnique Université hasta 1973, por lo que la lucha de Decq ha tenido que ver con la inclusión de la mujer en este ámbito académico. Decq ha logrado reconocimientos como el premio Jane Drew (2016) y ser elegida en 2013 la Mujer Arquitecta del Año.
'Tenemos que pelear por las mujeres y estar capacitadas para actuar y crear nuevas posibilidades en el mundo, sobretodo ustedes en esta escuela que son la mayoría de las estudiantes', declaró Decq haciendo referencia a que en la Universidad del Norte el 80% de los estudiantes de arquitectura son mujeres y de ellas solo un 10% logra ocupar grandes cargos o ser cabezas de proyectos, según afirmó la arquitecta francesa.
Odile no cree que exista una arquitectura de mujeres u otra de hombres, porque en la profesión lo que destacan son individuos, de ahí la importancia de resaltar la originalidad. 'Esto es más una historia de individuos, cada individuo tiene el problema de afrontar el dilema del tema del arquitecto'.
Por ello está convencida que las escuelas tienen la responsabilidad de permitir que las personas surjan a partir de lo que tienen para aportar cada uno en particular y es firme en demandar que dentro de ese mismo contexto las instituciones le brinden a las mujeres el lugar que necesitan y se merecen.
Sobre la arquitectura
'Si definiera mi estilo sería capaz de repetirme a mí misma, lo cual no hago, porque cada proyecto es independiente y único', comentó Decq, quien además considera que cada trabajo al que se enfrenta es una aventura que tiene un objetivo específico y que su labor consiste en hacer esa lectura con precisión, tarea que no podría realizar siguiendo alguna receta o fórmula preestablecida.
Aunque dice que no podría definir lo que es ser arquitecto, sí está convencida de que debe responder a preguntas complejas que introduzcan elementos como el placer, el confort, la belleza, entre otros, que logren crear espacios o propuestas que sean agradables o mejoren la calidad de vida de quienes los habitan.
La labor de la academia
Frente a los desafíos que enfrentan quienes se forman para ser arquitectos y pensar en las ciudades, más allá de construir edificios, propone como alternativa que los distintos actores intercambien información, y reconozcan a las personas para quienes trabajan.
Cuenta que cuando diseñó el Museo de Arte Contemporáneo de Roma no conocía la ciudad ni a sus habitantes y mucho menos el barrio. Cuando estuvo allí por primera vez, vio que era una localidad de clase burguesa, lo que la llevó a cuestionarse por cómo hacer que el espacio se integrara con la ciudad y al mismo tiempo la ciudad con el museo. Estas preguntas, dice, solo se responden a través del conocimiento, de la búsqueda, del intercambio y el análisis de los contextos a los que se están enfrentando.