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El año pasado, Garrett Black voló a través del huracán Matthew de categoría cinco que azotó el Caribe y el sureste de Estados Unidos. 'Es como una montaña rusa', se ríe el meteorólogo, listo para volver al ojo de la tormenta. Literalmente.

'Es emocionante', dice Garrett sobre su misión como oficial de meteorología del avión WC-130J de la Fuerza Aérea estadounidense, apodado 'cazador de huracanes'.

Con cinco tripulantes a bordo (dos pilotos, un navegador y dos meteorólogos), la robusta nave gris vuela a 10.000 pies de altura y atraviesa las tormentas para medir su fuerza y dirección.

'Normalmente tenemos un preaviso de 24 horas', contó el oficial. 'Si la tormenta está cerca de la costa, iremos muchas veces. Puede llegar a ser muy movido... Es como un paseo en una montaña rusa'.

Garrett y otros cuatro tripulantes de dos cazadores de huracanes eran parte de una presentación al público que tuvo lugar el viernes en un pequeño aeropuerto en Opa Locka, en el oeste de Miami.

La misión de los cazadores de huracanes consiste, entre otras cosas, en lanzar sobre distintas áreas de la tormenta, así como dentro de su ojo, unos pequeños cilindros llamados 'dropsondes', que contienen instrumentos de medición y llevan un pequeño paracaídas.

El 'dropsonde' mide la temperatura, la humedad, la presión barométrica y la velocidad y dirección de los vientos. Luego, con su transmisor de radio interno, envía los datos a la nave, que a su vez los retransmite al Centro Nacional de Huracanes.

'Volamos a través de la tormenta, a través de las paredes del ojo del huracán, y allí lanzamos las dropsondes', explicó Garrett.

Todo esto en medio de vientos que, como Matthew el año pasado, pueden alcanzar 270 Km por hora.

'Normalmente no me pongo muy nervioso', dice Garrett. 'Entrenamos mucho, estamos bien preparados. Nunca tuvimos un accidente durante una tormenta'.

Coraje excepcional

La información que envían los cazadores de huracanes al Centro Nacional de Huracanes hace la diferencia entre la vida y la muerte en tierra firme.

'Uno pensaría que con tanta tecnología no deberíamos necesitar que los aviones se adentren en los huracanes si los satélites pueden hacerlo', dijo John Cangialoso, un meteorólogo del Centro Nacional de Huracanes.

'Los satélites han avanzado bastante, pero sólo pueden darnos un estimado, una imagen, de cómo se ve el huracán', explicó. 'La única manera de realmente entender cuán fuerte es, es metiéndose adentro para recoger los datos'.

La exposición de las dos naves (el WC-130J de la Fuerza Aérea y el P3 Orion de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, NOAA) busca concientizar al público, especialmente a los escolares, frente al inminente inicio de la temporada de huracanes en el Atlántico, que va del primero de junio al 30 de noviembre.

'Se necesita un coraje excepcional para hacer lo que ellos hacen', dijo Rick Knabb, director del Centro Nacional de Huracanes, refiriéndose a los tripulantes. 'Lo menos que nosotros podemos hacer es hacer lo posible para estar preparados'.

Esto es: conocer las rutas de evacuación, los refugios cercanos, y tener siempre provisiones y equipos de supervivencia.

'No importa cuán activa sea la temporada en su conjunto', advirtió Knabb, 'lo que importa es qué tan mala es donde usted vive'.

Con estas palabras, Knabb se despidió de su cargo de director después de haber asumido en 2012, cuando el huracán Sandy azotó el noreste de Estados Unidos. Su segundo, Ed Rappaport, actuará como director interino hasta que tenga reemplazo.

La gira de los 'cazadores de tormentas' comenzó hace seis días en Canadá y llevó a los meteorólogos y socorristas a Nueva York, Washington, Raleigh-Durham en Carolina del Norte y Orlando, en Florida, para terminar en Miami este viernes.