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Marcela Aristizábal tiene 32 años y es madre de cuatro hijos. Su verbo favorito es vivir. A través de esa vida y con ayuda de su empresa y las redes sociales busca la inclusión y el empoderamiento femenino.

Sobreponiéndose a muchas dificultades, esta empresaria y madre de familia se ha convertido en una 'mujer inspiradora', como se autodenomina, en redes sociales, en la que tiene miles de seguidores a los que les cuenta sus experiencias y orienta sobre temas de interés común.

Hace aproximadamente ocho años vivía en Caicedonia, Valle. Allá, su expareja, que ya falleció, le mandó a poner un sombrero con pegante en la cabeza y también a amenazar, al punto que le tocó salir de ese lugar.

La única opción que encontró fue correr a su casa y aplicarse gasolina en el cabello, quemando todo su folículo piloso y teniendo por mucho tiempo impregnado este olor.

'Decidí irme para Manizales. Ahí no había mucha oportunidad laboral y la encontré en Medellín. Había estudiado la composición química de las frutas, su reacción frente a las hebras capilares, la poda de las hebras con las fases lunares. A partir de allí las puertas se abrieron', cuenta Marcela, la menor de 4 hijas, una de ellas su hermana melliza.

Durante años experimentó qué frutas podrían combinarse para lograr recuperar el cabello hasta que lo consiguió. En ese punto todo 'empezó a fluir en pro de que ese producto saliera a la luz porque no estaba planeado, fue de forma espontánea', explica.

Confiesa que este producto llamado Fruto Salvaje, una línea completa de tratamientos para el cabello, nace durante un momento muy difícil de su vida.

'Todos los seres humanos tenemos momentos difíciles. En el fondo máximo en el que me encontraba y me pregunté ¿qué voy a hacer por mí como mujer, qué voy a hacer por mi hijo, qué voy a hacer para nuevamente levantarme?'

Ante esas preguntas se dio cuenta de que tenía que reforzarse algo interior. Que cuando todo empieza a ponerse oscuro, tiene que elegir si se va por el camino del problema o el de la solución.

Una nueva etapa

Marcela ya había recuperado sus hebras capilares, cuenta que ya tenía un proceso de empoderamiento avanzado.

En ese punto llegó su actual pareja, Jonnathan Calle. 'Llegó a apaciguar muchos dolores que había, a cumplir sueños personales como el de crear una familia'.

Para ella, él representa un complemento, una persona que le enseñó a respetar un masculino, 'el cual también es muy maltratado por las mujeres que estamos dolidas', además de transformar eso que pensaba Marcela de los hombres.

Con él creó su familia. Una palabra que para ella es algo demasiado grande, magnificente, inimaginable. 'Es una palabra que no se define sino por el sentir de cada persona y lo que cada uno le quiera dar de connotación. Es una palabra que no se puede describir'.

Madre

Tiene un hijo de 15 años, Juan Alexander, es el fruto de su primera relación –no el que le puso el pegante-. 'Es un adolescente muy tranquilo, como el hijo modelo que muchas familias quisieran tener, vamos aprendiéndolo a conocer'.

Doce años más tarde llegó su hija Colibrí, tiene 2 años y medio. Ella fue la niña arcoíris después de unos mellizos que perdió.

'Colibrí es la luz de la familia, el vaso de agua que muchos necesitábamos. Es muy alegre y extrovertida', dice con notable emoción. Luego nació Inti Nawal, un niño que tiene 16 meses y en palabras de ella, llegó con muchos aprendizajes.

'Vino con un cromosoma demás –síndrome de Down-. Más que la carga genética fue el aprendizaje físico que trajo porque estuvo muy delicado en UCI, los primeros ocho meses de vida estuvo más en el hospital que en la casa'.

A partir de su nacimiento Marcela se ha encargado de difundir a través de campañas en redes sociales y en participaciones en diferentes eventos la inclusión social, una nueva tarea sumada al empoderamiento femenino. Ya no solo busca que las mujeres se den su valor, ahora su camino toma el rumbo hacia las madres.

'Estamos trabajando por la inclusión y me hace feliz saber que se despierta esa conciencia que todos somos diferentes y merecemos un pedacito en este planeta tan deteriorado, pero tan grande', cuenta.

Con la ilusión de que sus hijos tuvieran otra compañía decidieron planear a Alondra Manantial, y llegó. 'Estamos a la espera de ella con mucha ilusión de cómo va a ser, qué trae para enseñarnos', confiesa. Ya Marcela se encuentra en su última etapa de embarazo.

Ella nunca ha pensado que está dejando una enseñanza. Es algo muy natural. 'Creo que el día que empiece a responsabilizarme de eso no lo tomaré de la forma que lo hago ahora. Me llena de amor e ilusión que hay mamás que se inspiran, así como hay gente que me inspira a mí', afirma.

'Los estereotipos nos han alejado mucho de esa esencia femenina que es protectora, cuidadora del hogar. Y nos han alejado mucho de lo que realmente es ser madre', añade.

Su misión de vida se trata de que uno vino fue a vivir. La frase con la que define eso es 'dime vida cómo quieres que te viva, que yo te vivo solamente'.

'Uno vino a vivir sin manual, sin preguntas, explicaciones o respuestas. Es el paseo de la vida, no hay que cuestionar. Empezamos a buscar respuestas en cosas que realmente no la tienen', finaliza.