Compartir:

Matthew Boyce se siente como un superhéroe cuando sube al escenario enfundado en la chaqueta de lentejuelas de Elvis Presley y explota en un movimiento de caderas, vibrando como el Rey.

'Si vas a interpretar a un personaje, también debería ser tu inspiración', dice mientras perfecciona su cabello, maquillaje y patillas, en una transformación de más de una hora para pasar de un adolescente del siglo XXI a punto de ir a la universidad a la superestrella de 35 años, en la flor de su vida en la década de 1960.

Matthew es uno de los miles de artistas que, ya sea como profesionales o como entusiastas aficionados, rinden tributo a Elvis (ETA, Elvis Tribute Artists) devolviendo la vida al ícono, que murió en 1977 tras 23 años de carrera.

A sus 18 años, es menor que la leyenda del rock cuando sacó su primer disco, pero Matthew cuenta que fue seducido por el cantante desde muy joven bajo la influencia de su abuela y tía, ambas enormes fans de Presley.

Comenzó a actuar a los siete años, hizo su primera actuación pagada a los ocho y ha estado cantando con una banda desde los 13 o 14.

Ahora, para conmemorar el 40 aniversario de la muerte del Rey, participa en un concurso de ETAs en Memphis, donde los premios van de 50 a 5.000 dólares según la categoría: jóvenes, amateurs y profesionales.

En el escenario del New Daisy Theatre en Beale Street, en el centro de Memphis, sorprende a una multitud entusiasta de mujeres mayores con sus contorsiones pélvicas y su actuación en un traje atigrado.

Pero es una obsesión que no siempre ha sido entendida por sus pares. Si bien es cercano a su hermano menor Spencer, de 12 años, que actúa en el escenario con él, Matthew dice que llegó a sufrir un 'fuerte' acoso escolar.

- Superhéroe -

'Esa fue una mala época', recuerda. 'Yo regresaba a casa y los discos de Elvis siempre estaban allí para ayudarme a sentirme mejor'.

El mundo de los ETA es un pequeño grupo de apoyo, o una 'familia', como a Matthew le gusta decir. Pero tan grande es la admiración que sienten por Presley, que nunca usan la palabra 'imitador', al creer que nadie podría jamás recrear completamente la magia única que eran su apariencia, voz y presencia.