La historia de amor entre el actor Mauricio Urquijo y la psicóloga barranquillera Haychelt Benitorevollo fue todo un cuento de hadas hasta que les tocó la puerta un mal del que ninguno está exento: la enfermedad.
La pareja se conoció por Twitter cuando Haychelt leyó una noticia sobre la complicada separación del actor tras una larga relación. Intrigada y motivada por una extraña fascinación decidió seguirlo por esa misma red social, obteniendo por parte de Urquijo una respuesta casi inmediata, y así empezaron las conversaciones.
Su primera cita fue por Skype debido a que el actor vivía en Bogotá y ella en Barranquilla. A los 15 días de ese emocionante primer contacto visual, viajó a la capital para verlo personalmente y ratificar todo lo que había sentido en sus citas por internet.
Mauro le pidió matrimonio por whatsApp a los dos meses de noviazgo. El miedo que ambos le tenían al fracaso por sus relaciones pasadas les llevó a decidir vivir juntos antes de unir sus lazos 'hasta que la muerte los separe'. Dieron el sí en una ceremonia religiosa en Barranquilla el 23 de enero de 2015.
Todo fue felicidad en el hogar, hasta que en noviembre del año pasado el actor de 48 años padeció quebrantos de salud que lo llevaron al borde de la muerte debido a un problema en una válvula de su corazón.
Urquijo fue sometido a dos delicados procedimientos quirúrgicos de corazón abierto y en medio de una de las cirugías sufrió dos infartos cerebrales y entró en coma. A finales de ese mismo mes, logró salir del estado pero presentó pérdida de la memoria y trastorno cognitivo. 'A Mauro no le dieron posibilidades de vida, no tuve ninguna esperanza de que volviera a ser la persona que conocí', aseguró su esposa, quien explicó que al salir de cuidados intensivos Urquijo necesitó terapias para volver a realizar sus actividades cotidianas tales como hablar, comer y caminar.
'Ha sido un proceso muy fuerte porque hemos tenido altibajos que hemos superado con amor y cuidados', contó el actor.
Diez meses después de sus cirugías sufrió una recaída por cuadros de depresión orgánica y convulsiones. 'No se está preparado nunca para vivir situaciones como esta, pero la adversidad nos unió y nos dio fortaleza. Hemos aprendido a amar las espinas de las rosas, mi esposo es un guerrero y esto me ha hecho valorarlo en su lucha', concluyó.