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Si le preguntan su lugar de origen hace referencia a cuatro sitios, porque debe mencionar dónde nació, dónde lo bautizaron y los lugares en los que se crió. 'Yo nací en La Loma, Cesar, me bautizaron en La Jagua de Ibirico y me crié en Becerril y El Paso. Por eso es que cuando me preguntan de dónde soy, digo que de todos esos pueblos'.

Farid Ortiz pertenece a la mayoría de veredas y corregimientos de Colombia. Su estrecha relación con lo rural ha hecho que desde hace 30 años, cuando se inició como cantante a la edad de 17, sus seguidores lo llamen el ‘Rey de los pueblos’. 'Es lo que más he manejado en mi vida. Ya hoy toco en cualquier ciudad del país, pero me fascina el pueblo porque ahí es donde aprendo demasiado. La gente de la ciudad es más culta, pero en el pueblo te dicen de qué color son las cosas en la cara'.

Aunque, según afirma, en un principio la voz se parecía mucho a la de Diomedes Díaz, uno de sus más grandes ídolos, no hay caseta que se resista a su marcado estilo y sonido ‘afarisao’, como se le conoce, con el que ha puesto a bailar a millones de personas, en una mezcla de acordeón, instrumentos de viento y 'mucha sabrosura'.

Su vida no fue fácil. Cuenta que cuando era niño vivía en unas condiciones de pobreza muy marcadas, pero que siempre tuvo aspiraciones de salir adelante, y su voz ha sido el instrumento que lo ha llevado a conquistar corazones y a alcanzar sus metas.

El vendaval de Farid comenzó a arrasar con un sinnúmero de canciones hechas éxitos, pero ese mismo fenómeno casi acaba con una promisoria carrera. 'Yo empecé muy ‘pelaíto’, de pronto por eso tuve desliz en los vicios porque tuve plata muy joven. El dinero corrompe y empieza uno a estar pensando en lo que no es. Se cree que entre más plata más mujeres debes tener. A mí no me pegaron un sida de vaina, porque yo nunca usé preservativos. Me daba miedo ir al médico de pensar que me iban a decir que estaba muy enfermo'.

Hace 15 años tomó una decisión que cambió su vida. Tras estar en un grave estado de salud por una gastritis erosiva, prometió que se apartaría de todos los vicios si salía de esa situación. 'Llegué a tener la hemoglobina en menos de ocho, creo que nunca había sentido tanto miedo como esa vez. Dije: Diosito, sácame de estas y yo dejo todos los vicios, el ron, las mujeres, las drogas, todo'.

Afirma que desde ese momento no ha probado un solo trago de licor y, con el dolor de su alma, se ha apartado de su más grande tentación: las mujeres, de las que dice que ocuparon un espacio muy importante en su vida, pero que debe darse un premio él mismo 'por el juicio en el que ando'. 'Es muy duro porque uno maneja mucho público. De tantas mujeres que uno ve, alguna tiene que gustarle', comenta.

‘Farucho’, como también le llaman, ha enamorado y ha bailado en las tarimas hasta el cansancio. Canciones como Pregúntele a su hija, Se acabaron, Mi cafetal y otras, son clásicos del folclor vallenato, tanto que son referentes para las nuevas generaciones de artistas que ven en Ortiz el creador de un sonido digno de imitar.

‘El Cui Cui’

Farid está de lanzamiento y trae una canción apenas hecha para la época de fin de año y Carnaval, El cui cui. 'Así se llama un pescaíto de agua dulce parecido al coroncoro, pero ¡qué vaina tan deliciosa! Yo estaba en un pueblo cerquita de Necoclí, Antioquia, y demoré quince días comiendo ese pescado, supe que era afrodisiaco porque salí a caminar el lugar y me tocó coger un carro porque caminaba grosero. Ese pescado da mucho deseo', cuenta entre risas este hombre de edad incierta que le teme a los aviones.

'Aunque la canción no es mía propiamente, sí le hice los arreglos y algunas estrofas. Quise hacer un homenaje a nuestras festividades como el Carnaval, las fiestas de cartagena, el Festival Vallenato, y a nuestras insignias deportivas: la Selección Colombia y el Junior'.

A todos los colombianos yo voy a poner a bailar porque ha llegado el cui cui porque ha llegado el cua cua. Los equipos colombianos, los equipos colombianos tienen que ponerse pilas, al Junior lo reforzamos, ganarle les va a dar lidia…