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La Iglesia católica se ha visto afectada, en el transcurso de su historia, por un gran número de cismas y divisiones como fruto de protestas en contra de la doctrina o las políticas impuestas por el catolicismo.

El primer Gran Cisma ocurrió en 1054 con la mutua separación de las iglesias romanas y orientales y el 32 de octubre de 1517, el teólogo alemán y monje agustino Martín Lutero realiza una acción que cambiaría el rumbo de la iglesia romana del papa.

Pese a que en un principio su intención no era crear una nueva iglesia, Lutero decidió liderar la disipación moral de la Iglesia católica. Sus principales críticas estaban orientadas a la autoridad del papa León X y a cuestionar las indulgencias, un sistema de perdón de los pecados practicado por la Iglesia católica para financiar la construcción de la basílica de San Pedro en Roma.

Motivado por estos ideales, decidió divulgar sus pensamientos mediante 95 tesis, frases cortas donde desacreditaba el poder de la Iglesia, y pegó dicho documento en las puertas del templo del Palacio de Wittenberg. Este acto ocasionó el comienzo de un debate teológico que fue condenado por el papa con la excomunión de Lutero el 3 de enero de 1521.

No obstante, esta revolución dio paso para el nacimiento del protestantismo y de varias iglesias en el mundo derivadas de estos ideales.

En la actualidad, se distinguen tres grandes ramas de la Iglesia reformada: las Iglesias luteranas heredadas del pensamiento de Lutero, las Iglesias calvinistas y la Iglesia anglicana.