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La Catedral Metropolitana María Reina se inundó de fieles católicos para homenajear y despedir a monseñor Jairo Jaramillo Monsalve, quien estuvo siete años en la dirección de la Arquidiócesis de Barranquilla.

Desde las 10:45 de la mañana dos palomas revoloteaban en lo más alto de la casa del Señor en sintonía con los cánticos del Coro Arquidiocesano de Barranquilla, mientras el sacerdote se dirigía a la comunidad con palabras cargadas de gratitud y misericordia. 'Me voy feliz, como feliz llegué a esta ciudad', expresó.

Durante la eucaristía, el fiel servidor de la Iglesia católica y con medio siglo en el sacerdocio, fue exaltado por su compromiso hacia los más necesitados y por las obras que consumó en su transitar por el departamento del Atlántico: fortalecimiento de la pastoral social, renovación de las estructuras pastorales, florecimiento de la vida religiosa, laicos mejor formados para el servicio, nuevos sacerdotes llamados a ser 'canales de misericordia', fortalecimiento de la educación católica, la sociedad civil y los empresarios comprometidos con la Iglesia de Barranquilla.

Distinciones

El gobernador del Atlántico Eduardo Verano de la Rosa exaltó la labor del obispo emérito condecorándolo con la medalla ‘Puerta de Oro de Colombia’, siendo este el reconocimiento más alto que otorga la Gobernación del Atlántico, a quienes han contribuido con el desarrollo y servicio del departamento.

La Universidad Metropolitana se sumó a las distinciones y de manos de su rector, Juan José Acosta, el obispo emérito recibió una medalla por su servicio significativo en ‘La Arenosa’.

De igual forma, monseñor Víctor Tamayo, en representación de la Arquidiócesis de Barranquilla, entregó un reconocimiento a monseñor Jaramillo. 'Con sentimientos de eterna gratitud a nuestro pastor por su paso entre nosotros', se lee en el cuadro de honor.

El 11 de noviembre de 2010, el papa Benedicto XVI lo nombró como arzobispo de Barranquilla y desde el 11 de diciembre de ese mismo año, Jairo Jaramillo Monsalve asumió el liderazgo de la Iglesia católica del Atlántico.

Hoy, después de siete años, los fieles católicos lo despiden con honores por su contribución a las poblaciones más vulnerables. 'Todo el honor y toda la gloria sea para el Señor', concluyó monseñor Jaramillo.