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Desde que publicó hace trece años Los informantes, su primera novela, las obsesiones que acompañan al escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez no han cambiado mucho. 'Mi obsesión principal como novelista es explorar un lugar especial, que es en donde se cruzan las vidas individuales con las públicas, es decir, el lugar donde nuestro pasado colectivo como colombianos se mete dentro de la gente y la transforma. Eso se ha mantenido siempre igual', explica.

Sin embargo, durante los últimos ocho años hay algo que si ha cambiado un poco: Entender por qué hace lo que hace. Estos cuestionamientos son, justamente, los que recoge en su último libro de ensayos publicado con la editorial Alfaguara, Viajes en un mapa en blanco, en el que se cuestiona qué es eso que se entiende por novela. 'Lo que ha pasado en estos ocho años es que yo he me he convencido con cierto conocimiento del oficio de que la novela es el mejor invento que hemos desarrollado los seres humanos para saber cómo viven los demás sus vidas. La novela es lo único que nos hace ver lo que somos como seres humanos', apunta.

Sobre la definición de novela dice que comparte la que hace el ganador del premio Nobel de Literatura, J.M Coetzee, quien a través de una escritora ficticia, Elizabeth Costello, manifiesta que la novela es la exploración del destino humano caso por caso. 'Me he dado cuenta de que mis novelas también responden a mi propia relación con la realidad, que es una relación en que los otros seres humanos, los que me rodean íntimamente, pero también los que conozco sin ninguna intimidad, son criaturas misteriosas que me resultan apasionantes, llenas de secretos, llenas de tapas ocultas y la novela es en gran medida entender qué pasa detrás de esas tapas ocultas y lo que las fuerzas grandes de la historia y de la política nos hacen en nuestras vidas secretas y nuestras vidas privadas', agrega.

Vásquez a su vez asegura que no considera que llegue el fin de la novela como género, puesto que siempre ha poseído una extraordinaria capacidad para reinventarse. 'Del fin de la novela se viene hablando hace más de 100 años y uno lo único que ve es la inmensa capacidad de la novela para contradecir a sus sepultureros, para demostrar que cada día está más viva y que es capaz de reinventarse para decir cosas nuevas', expresa.

La crítica

El autor a su vez válida la importancia de la crítica para la literatura y sobretodo para este 'gran género'. Cuenta que la crítica 'tiene una labor esencial que es examinar e interrogar a los libros para que ellos por su propia fuerza se vayan abriendo en su propio paso. Hay un libro de Coetzee en el que él dice que la labor de la crítica es interrogar al clásico. Es decir que ningún libro se vuelve clásico sin haber asumido los retos de ser cuestionado y ser interrogado por la crítica'.

Agrega que cuando este trabajo se hace en un medio literario y es débil, desinformada, inculta o se realiza a partir del resentimiento o de la envidia y no desde un juicioso examen literario, 'los libros no tienen la oportunidad de demostrar sus fuerzas y se debilitan'.

Al tiempo comparte un pensamiento de Ricardo Pligia, quien decía que la crítica es una forma de autobiografía porque 'cuando creemos estar escribiendo sobre los libros de los otros, nuevamente estamos escribiendo sobre nuestra propia vida'.

Y además considera que de los libros 'que han dejado una huella en nosotros podemos olvidar lo que cuentan, pero nunca vamos a olvidar el momento en que los leímos', haciendo alusión al poder que tienen los textos en los lectores de transportarlos a momentos específicos de su propia vida.