'¡Ho Ho Ho!', repiten al unísono. Se acerca la Navidad y un grupo de Santa Claus reciben en un aula de Londres las últimas instrucciones para encarnar como se debe a esa figura que alegra la mirada de los niños.
Porque un buen Papá Noel no se improvisa, recuerda James Lowell, de 52 años, que presume de formar a los mejores 'Santa' en una escuela instalada en su empresa de animación, Ministry of Fun.
'Es importante. Los niños vienen a verle porque es una persona especial', explicó. Se trata de que salgan satisfechos tras hacer horas de cola para hablarle, el encuentro debe ser 'mágico', añade este instructor que se escandaliza al recordar haberse cruzado con papá noeles con calzado deportivo y fumando.
Para empezar, el traje debe ser de calidad, y no un vulgar disfraz. Cortado en terciopelo rojo, el que llevan los alumnos cuesta 1.000 libras (1.120 euros). La barba postiza está fabricada a mano, recuerda Lowell.
Pero el hábito no hace al monje. Hay que caminar balanceándose lentamente y llevado por el peso de la barriga, profiriendo unos cavernosos 'ho, ho, ho'. Además, hay que saber idiomas, para felicitar a los niños en muchas lenguas, y conocer de memoria los nombres de los nueve renos que le ayudarán a repartir los juguetes la noche de Navidad.
Hay otras reglas de oro, como no preguntarle jamás a un niño cómo se llama, o si ya escribió su carta ni qué regalos ha pedido, porque 'bueno, para algo eres Papá Noel', ya conoces las respuestas. Tampoco hay que hacer promesas para no poner en un compromiso a los padres y arriesgarse a una decepción.
Figura simbólica
Ante él, ese día, una docena de aspirantes, disfrazados de pies a cabeza. Toman notas con interés y recrean situaciones para responder ante cualquier eventualidad, incluyendo la pregunta más famosa: '¿Eres el verdadero Papa Noel?'.
Un buen Santa Claus tiene que seguir con la formación en casa, poniéndose al día sobre los nuevos juguetes o videoconsolas. 'Tenemos que investigar para saber qué habrá en las estanterías' de las jugueterías, explicó Santa David, encantado de ejercer 'el oficio más bonito del mundo' desde hace 26 años.
Cada año desde 1998, unos 40 aspirantes o Santas ya formados, pasan por la escuela. Muchos son actores, pero tambien hay exprofesores, que saldrán luego a las calles de Londres y a todas aquellas tiendas que tienen su cueva de Papá Noel.
Para Santa Dan, que lleva 14 años con el hábito rojiblanco, 'no hay nada más gratificante que ver la reacción' de los niños.
En general, no dispone más que de tres minutos para maravillarlos, vistas las largas colas. Pese al traje pesado, el calor y el ruido de las tiendas, 'hay que saber mantener la energía para hacer sentir a todos los niños, del primero al último, que son especiales', explicó Dan.
Según él, la clave del éxito de esta figura es que transmite 'generosidad' y 'amabilidad'.
'Se ha convertido en una figura simbólica, pero no en el sentido religioso. Es una figura que une a todos', sentenció Lowell.