'Que bonitos ojos tienes, debajo de esas dos cejas', cantó a todo pulmón Jair Santrich al subirse al ascensor de A otro nivel, interpretando La Malagueña. Entró a la audición dejando hasta su último aliento, con una seguridad que le sorprendió hasta a él mismo, porque ese día se visualizó como el ganador. 'Esta es mi oportunidad', se repetía una y otra vez, pues detrás de esa dura competencia estaba lo que sería el futuro de su familia y una promesa que, a toda costa, le cumpliría a su pequeña hija Samara de un año de nacida.
'Llegué A otro nivel apostándolo todo', dice con vehemencia, pues dejó su trabajo en el mariachi contemporáneo de William Guevara, el cual era el sustento de su familia y se endeudó para mantenerlos durante su estancia en el reality.
Los esfuerzos no fueron en vano, porque este barranquillero habitante del barrio La Ciudadela, que a los 18 años se fue para Bogotá en busca de mejores oportunidades, se coronó como ganador definitivo del programa musical del Canal Caracol, A otro nivel.
'No tuve estudios musicales, yo vengo de una familia muy humilde, las pocas cosas que podía tener las conseguía con mucho trabajo. Con mi voz, le llevaba el pan de comer a mi familia', señaló el mariachi de 30 años, ganador del premio de 300 millones de pesos.
Cuando estaban abiertas las inscripciones del reality, varias fueron las personas que le insistieron para que participara. Cuenta de manera jocosa que en las afueras de un concierto al que debía entrar con manilla VIP, pegó con chicle entrada que desechó un borracho que se iba del lugar, allí conoció a quien sería hoy su manager. Después de sorprender con su voz a los que participaban del evento, tomó la decisión: ganaría A otro nivel.
Santrich, recuerda enfrentamientos memorables en la competencia como los que tuvo contra Franco Londoño con Volver volver, Llorando se fue junto al Indio Harin y la final contra Jessi Uribe.
Con el 56% de los votos a favor, la costa Caribe le expresó su cariño y solidaridad en la final. El motivo es en sus palabras, porque entregaba su corazón en cada presentación.
Las jornadas de grabación y ensayos se hicieron más extenuantes. Enfermo de calculo renal, haciendo serenatas en la madrugada después de dejar el grupo de mariachi, le llevaron a querer tirar la toalla. No obstante, su esposa le repetía que el premio grande se lo llevaría él, y cuando estaba a punto de desfallecer el rostro de su bebé le devolvía las ganas de luchar.
'Una vez, a punto de rendirme encontré a mi bebé despierta en la madrugada, le canté Arruyo de Dios... ‘Esta casa la compro sin fortuna, esta casa la compro con amor, pa' que jueguen mis hijos, con la luna, pa' que jueguen mis hijos con el sol, yo les quiero dejar lo que no tuve’, ella pareció entenderme, no tuve una casa, no tuve estabilidad económica, ni estudios, pero le dije: hija yo te voy a cambiar la vida, voy a darte lo que no tuve. Yo se lo prometí, y cuando se hacen las cosas por las personas que amas, no existen imposibles'.concluyó.