Espigas, sahumerio, uvas, lentejas, ropa interior amarilla, todo está en las calles de Barranquilla preparado para ser el ingrediente especial de la víspera de Año Nuevo.
Algunos se lo toman más a pecho que otros. Un grupo dedica su vida a venderlos, llenando a los clientes de argumentos sobre cómo una limpieza en el hogar traerá beneficios a quienes lo habitan, cómo la ropa interior de determinado color llenará de fortuna –y en el caso del rojo pasión– a quien lo lleve.
Las doce uvas a las doce de la noche es también es una tradición que ha perdurado en las familias. Cada uva es la representación de un mes y por cada una que se coma se debe pedir un deseo.
Luis Fernando es un vendedor de estas tradiciones en el centro de Barranquilla, él comercia espigas 'de la buena suerte para que no falte nada en la casa ni en la cocina. Además del sahumerio que es para el bienestar de la familia'.
Como él hay decenas de vendedores ambulantes que entre el corre corre de fin de año, las compras de última hora y la preparación para la cena de Año Nuevo aprovechan para ofrecer los elementos necesarios para empezar el 2018 con el pie derecho.
Marlene Orellano lleva al rededor de 30 años vendiendo cerca al Mercado de Barranquilla. Dice que las ventas este año han bajado 'porque la gente antes creía mucho, pero ya no cree'.
No solo comercializa en esta época, también lo hace para Semana Santa. En su casa quema incienso, mirra y en su puesto vende sahumerio, 'que está compuesto por incienso, flor de alhucema, romero, palitos santos y hojas de estoraque'.
'La creencia está en uno, lo demás es cuento', afirma Marlene mientras sigue llenando bolsas que pronto serán quemadas en diferentes casas para despedir el 2017.
Ramos de espigas adornados con una representación en papel de un billete de $20.000 o $50.000, bolsas pequeñas de diferentes granos que representan la abundancia selladas con un lazo rojo con bordes dorados son el complemento para el fin de año.
Jennifer Gómez vende la ropa interior amarilla que muchos usan para esta época.
'El amarillo es para el 31 y el rojo es para el 1 de enero, este es energético y atrae la pasión y el amor. Si crees algo, sucede', dice.
Confiesa que ella también lo usa y que además come las 12 uvas y sale con la maleta a darle la vuelta a la manzana.
'El año pasado salí con la maleta y este año viajé, lo que quiere decir que sí funciona', agrega.
Wade Cervantes confía en los doce deseos de las uvas, allí su principal petición será 'que todos estemos bien'. Él también se lleva a casa una bolsa luego de haber caminado las calles de la ciudad haciendo compras.