Compartir:

'El sentido de la vida es servir a los demás', dice Santiago Jiménez, un bogotano que hace casi dos años partió de su país a bordo del Logos Hope, el buque con la librería flotante más grande del mundo que atracó ayer en el Muelle de Dimar en Barranquilla.

Más de 5.000 libros, en su mayoría literatura cristiana, están disponibles en los estantes de la librería del coloso que ocupa un área de exhibición de 610 m2 y un área de almacenaje de libros de 1.100 m3.

Construido en 1.973, fue inicialmente un barco transportador de vehículos y pasajeros por el Atlántico Norte. En el 2004, lo adquirió GBA Ships, una organización sin ánimo de lucro asentada en Alemania operadora de barcos que promueven el intercambio cultural, servicio comunitario y librerías flotantes para llevar conocimiento, ayuda y esperanza a poblaciones vulnerables del mundo.

Su nueva misión comenzó en 2009, cuando voluntarios provenientes de todas partes de la esfera conformaron la viajera tripulación.

Desde ese momento, en cada puerto del que zarpa, queda la huella del gigante. Esta vez el destino es Barranquilla, una ciudad signada por su río y su mar, que tiene como visitante a orillas del caudaloso Magdalena a la blanca e imponente embarcación.

El lanzamiento se realizó ayer a bordo del Logos Hope en compañía de autoridades, periodistas y la tripulación del barco.

Un desfile de personas diferentes nacionalidades, al que llamaron ‘desfile de las naciones’, muestra de danza coreana, socialización de la misión y un recorrido por la librería fueron algunas de las actividades que se vivieron en el marco de la inauguración del buque que ya abrió sus puertas al público barranquillero.

'Queremos darles la bienvenida a nuestro hogar que ahora también es de ustedes', manifestó el capitán Samuel Hils, que además contó una anécdota de su visita el muelle el 19 de diciembre para verificar que tan favorables eran las condiciones meteorológicas para su atraco en Barranquilla.

'Al visitar el muelle el viento era muy veloz y la corriente muy fuerte, sentí mucho respeto por este río. Cuando llegamos ni tiempo había, pero con una maniobra un poco complicada logramos llegar y estaremos aquí por tres semanas', expresó.

'Barranquilla florece para todos', dijo con un español difícil de entender Pil-Hun Park, director del Logos Hope. El surcoreano explicó que citó el eslogan de la Alcaldía de Barranquilla –de la administración anterior– para agradecer la gestión de la Secretaría Distrital de Cultura y Patrimonio, responsable en sus palabras de que esta visita con intención cultural sea hoy una realidad. Además puso a disposición de todos los atlanticenses los ejemplares disponibles de esta biblioteca flotante.

Voluntariado

Todos son voluntarios en esta tripulación desde el capitán del barco, sus profesionales y hasta los que desempeñan oficios varios, suman más de 400 voluntarios de 67 naciones, entre estos Santiago, el colombiano de 22 años que representa al país en esa amalgama de culturas, lenguas y costumbres heterogéneas que se unen por un bien común: el interés por su entorno.

En dos años, este joven ha recorrido 27 países del mundo. Sitios antes insospechados para él que le dejan hoy un sinnúmero de experiencias, dedicadas a cambiar el destino de seres humanos vulnerables enseñándoles un libro.

'Uno crece en el camino, regresa siendo una persona diferente a la que una vez se fue', dijo. 'Lo que más hemos visto es un panorama global de necesidad y creemos que donando nuestro tiempo podemos ayudar a las comunidades', añadió.

Recuerda su viaje a Myanmar. En el puerto de la ciudad que el barco visitó encontró un panorama desolador. Las poblaciones ribereñas carecían de agua potable, un elemento esencial para la vida.

Los habitantes sacaban el agua del río y al decantarse en el fondo del recipiente los sedimentos, –en un tiempo aproximado de tres horas– podía hervirse para el consumo. 'Con la donación de un filtro este proceso pudo hacerse tan solo en tres minutos', manifiesta Santiago, que asegura enorgullecerse al llevar ayuda a lugares remotos. 'Donamos filtros de agua, libros, gafas entre otros elementos. En cualquier lugar tratamos de llevarle a la gente sobre todo de escasos recursos un poco de esperanza y cultura', concluyó.