Una negra gigante vestida de rojo con bolas blancas vive en Montecristo. Pasa todo el año sin su atuendo predilecto, pero un mes antes de que Barranquilla se llene de maicena, música y jolgorio, precisamente el día en el que la Reina lee el Bando con el que decreta que en la ciudad se prende el Carnaval, sus paredes se visten de tradición, esa que nació en 1979 'por las ganas de entrar a una caseta sin que nadie la reconociera'.
Su majestuosidad atrae a todos los que pasan y la observan inmóvil, bella, 'emperifollada', siempre viva en su interior, donde habitan las matronas que han seguido el legado de las Negritas Puloy, la expresión cultural que hoy es una de las más importantes de este patrimonio oral e inmaterial de la humanidad.
'Mi suegra, Natividad López de Altamar, fue la que se inventó el disfraz. Por allá en los 70 las mujeres no podían irse a bailar a una caseta porque estaba mal visto. Creó un disfraz que era todo cubierto y con la cara tapada, así iba, bailaba y nadie la reconocía', cuenta Isabel Muñoz, la cabeza visible de las Negritas Puloy de Montecristo.
En la calle 49 # 54-46 está el palacio real de las Muñoz, la familia que hace 40 años parió a las Negritas Puloy –o brillantes (eso significa, según ellas)– , y que hoy sonríe ante el reconocimiento del público que maravillado lo visita. 'Para esta época la gente quiere venir acá y ver la casa. Se toman fotos y preguntan que si siempre está decorada', comenta Martha Muñoz ante los ojos de unos extranjeros que hacen un tour por Barrio Abajo y Montecristo.
La brisa golpea con fuerza y de la casa sale un aroma dulce, así como huelen ellas. Adentro, las fotos de todos los años están pegadas en la pared de la entrada con los diferentes atuendos y sus modificaciones. Antes, las Negras que desfilaban en los eventos eran una incógnita, nadie sabía quién iba meneando sus caderas y tirando besos color carmesí; ahora la belleza de la mujer barranquillera se ve adornada de rojo con blanco y una gran peluca afro.
'Ellas empezaron con el disfraz fondo rojo y bolitas chiquiticas blancas, bombacho, medias, cubiertas toditas, pero después con mi tía Nieves, que fue la primera que nos confeccionó los vestidos, les pusimos las bolas más grandes y con los años lo mejoramos, pero sin perder la esencia', explica Martha.
La primera vez que la Vía 40 quedó postrada a los pies de una Negra grande vestida de forma coqueta, con bombachos blancos bajo un trajecito rojo de lunares, fue cuando Natividad se presentó como disfraz individual en la Batalla de Flores en el 79. Luego, Yenis Orellano, otra de sus nueras, e Isabel empezaron la comparsa oficial en 1984 con un grupo de mujeres.