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Una viuda alegre vestida de azul claro, así como el color de sus ojos, y de cabellera rubia, lleva en su mano izquierda un bebé de plástico. En la derecha un parlante portátil; ella no se complica, está preparada para poner la música que le permita menear las nalgas postizas, rellenas de trapos y esponjas, al ritmo de champeta, delante de 'uno de los maridos' que la abandonó en Carnaval. Se voltea, le baila y aprovecha para pedirle la 'liga'. 'Papi, no me dejes, que me preñaste y te fuiste. Papi, ven, tienes que darme para mantener al pelao', le decía mientras se acomodaba la peluca.

En la carrera 54 con calle 58, a las 4:17 p.m. arrancó el ‘cortejo fúnebre’ de Joselito Carnaval, el que después de bailar hasta el cansancio en el Par Vial de la carrera 50 con cuanta mujer se le pasara por el frente, enmaicenarse, llenarse de espuma y tomarse todo el ron que el hígado le aguantara, se murió, dejando embarazadas a varias y a otras triste porque se les fue su amante más eficiente. '¡Ay, Jose! Tú lo que eras es un cachón y ronero. Ahora me dejas con un pelao en la barriga y sin un peso. ¡Ay, Jose, por qué, si querías tan bueno!', gritaban a su paso las desesperadas mujeres, vestidas de luto.

La agrupación cultural ‘Los Candelillitos’ fue la primera que alegró a los espectadores. Las parejas de niños cumbiamberos bailaron al son de la tambora y el guache, y abrieron el desfile que siguió lleno de lamentos disfrazados y quejidos de dolor.

Tras ellos, unas viudas sin luto, con trajes rojos y blancos, pasaron inconsolables. 'Jose, eras el mejor en la cama, ahora qué haré', lloraban las mujeres. 'A ti no te guardo luto, borrachón', decían otras burlonas.