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'Hey, ajá, deja de fregar, cipote mamadera de gallo con esa vaina, deja de ser tan metemono'. Los que no son de Barranquilla, 'donde la alegría se come y la felicidad es un arroyo', no entenderán el sentido de esta frase que retumba en los oídos de muchos de sus habitantes.

¡Apué!, ¡nojuegueeee!, ¡echeeee! y ¡erda! son palabras que en la Puerta de Oro se pueden escuchar en el bus, una tienda, el trabajo, el colegio, emisoras o el hogar. Estas expresiones que forman el 'español barranquillero', variante del dialecto costeño colombiano, se pueden leer en las redes sociales de los nativos de ‘pura cepa’ o de verdad.

Y es que con la tomadera ‘de pelo’ o el chiste, los barranquilleros le dicen 'ajá' u 'hola' a gente del país y de todo el planeta para darle bienvenida en carnaval, vacaciones o en cualquier mes del año y así mostrar los rincones que hacen de la ciudad un patrimonio cultural.

Es así como también algunas costumbres, vestimenta y palabras del extranjero son apropiadas por los barranquilleros. 'El discurso va tomando ciertas tonalidades, verbalidades y significaciones de acuerdo a las temáticas que se vayan desarrollando en el contexto de la ciudad', explica al respecto Alejandro Espinosa, lingüista y profesor de tiempo completo de la Universidad Autónoma del Caribe.

Espinosa, que también es investigador del Mapa Lingüístico del departamento del Atlántico, explicó que en la actualidad se está presentando en la ciudad una especie de relación o mezcla de dialectos. 'Por ejemplo, ahora mismo, de cinco colombianos hay cuatro venezolanos, lo que significa que el barranquillero empieza a tomar ciertas expresiones venezolanas al convivir en el barrio o trabajo. Ya este se convirtió en un 'costeño' más de la ciudad'.

'Esto es algo normal que tiene que ver con la dimensión social e histórica del discurso, donde las palabras empiezan a pasar fronteras gracias a que los sujetos traen palabras que al ser socializadas toman fuerza en nuestro diario vivir', precisó el docente.

Barranquilla es un espacio de 'mixturas, es una amalgama lingüística y cultural rica que nos enorgullece', resaltó la licenciada en Lenguas Modernas Marelvis Mariano Viloria, candidata a doctor en Ciencias Humanas y miembro del Grupo de Investigación de Estudios Interdisciplinarios del Caribe de la Universidad Simón Bolívar.

La docente explicó que en la ciudad confluyen personas de todas partes que han dejado un legado que enriquece.

En el caso de Barranquilla, expresiones como ¡eche! ¡cuadro! ¡bacano! entre muchas otras, son palabras que se han usado y con el tiempo 'se convierten en una tradición', no solo porque hacen parte del legado lingüístico sino que 'se van cargando de emotividad y de perfiles identitarios'.

Sin embargo, algunas expresiones del 'español barranquillero' se han perdido a través del tiempo.

Es inusual para muchos escuchar o decir 'báilame ese trompo en la uña' para pedir una explicación de algo que no se entiende, o escuchar 'mogollo' en vez de fácil, o 'pajarilla' haciendo referencia a incumplir o quedar mal.

Esto sucede, según los expertos, porque hay una 'avalancha' de expresiones que están tratando de apagar las propias del barranquillero.

Estas frases se repiten inconscientemente en las conversaciones de barrio o de trabajo por la cercanía que se forma con los otros. 'En la explicación de qué significa cada palabra para el otro, empieza la asociación', mencionó Alejandro Espinosa.

Es por eso que en las esquinas de la ciudad se escuchan palabras como 'vale' para referirse a un amigo, o 'full', evocando a demasiado.

En la actualidad cuando se escucha hablar a un barranquillero, teniendo en cuenta su lenguaje verbal y no verbal, 'se evidencia cómo los procesos de agregación y asimilación cultural han permitido construir un sujeto cultural barranquillero producto de la hibridación cultural', según la docente Marelvis Mariano.

Ante esto, Yaneth Sandoval Camacho, docente de Competencias Comunicativas de la Universidad Simón Bolívar, mencionó a EL HERALDO que así como en la variante del dialecto costeño se encuentran muchas palabras propias de Barranquilla, también se referencian palabras fálicas asociadas a vulgaridades, pero que utilizadas por venezolanos significan sorpresa o reemplazan cualquier objeto.

'El resultado de un estudio semiótico de algunas palabras no dista mucho, sin embargo, el barranquillero no abandonará la palabra ‘nojoda’, por ejemplo, como identidad lingüística de su tierra frente a la expresión de los zulianos de Venezuela', concluyó.

Aunque una lengua no permanece en estado puro sino que su relación dentro del universo lingüístico permite que tome prestamos de otras lenguas, el barranquillero, en particular, es un lenguaje ‘mamador de gallo’, ‘relajao’ y versátil con palabras que siempre se vociferarán para muchos con orgullo en cualquier parte del mundo.