El sueño de los fanáticos de la ciencia ficción está a punto de hacerse realidad: ingresar a una reproducción de la famosa habitación de 2001: Odisea del espacio, expuesta en Washington con motivo de los 50 años del lanzamiento de la obra maestra de Stanley Kubrick.
Los visitantes del Museo Nacional del Aire y el Espacio de la capital estadounidense pueden recorrer esta habitación de ocho por diez metros, donde al final de la película el doctor David Bowman se ve envejeciendo, para después renacer.
Una recreación exacta del lugar –aunque sin el monolito–, la obra titulada The Barmecide Feast impresiona por su agresiva iluminación, como la que Kubrick consiguió en la legendaria cinta.
El público podrá 'apreciar el entorno físico alrededor de los objetos expuestos', como camas, sillas, pinturas y esculturas, según Martin Collins, curador del museo.
'Para Kubrick, era importante que la luz no proviniera de focos sino que estuviera integrada en la escena misma', agregó para explicar la intensidad que envuelve esta sala de estilo neoclásico.
La instalación sumamente realista creada por el artista británico Simon Birch es para el museo una forma de rendir homenaje al filme de Kubrick, considerado uno de los mejores de la historia del cine.
Antes de éxitos como Star Wars o Blade Runner, el director estadounidense revolucionó la ciencia ficción con este largometraje épico y metafísico, coescrito con el británico Arthur C. Clarke.
Estrenada en abril de 1968 en Estados Unidos, 2001: Odisea del Espacio marcó su época, tratando de una forma filosófica temas como la conquista del espacio y la evolución de la especie humana.
Conocimiento científico
Un año antes de que el hombre pisara la Luna por primera vez, 'la gente estaba preocupada por su futuro. Era una época, los años 60, en que tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética los avances científicos y tecnológicos fueron muy espectaculares', estimó Martin Collins.
Pero este progreso vino cargado de preguntas, especialmente sobre el futuro de la humanidad, manifestó. Y de alguna forma, ‘2001’ respondió.
Una de las peculiaridades de la cinta, y lo que le valió un tributo en el prestigioso museo, es su respeto por el rigor científico.
A diferencia de La Guerra de las Galaxias, por ejemplo, se observa la realidad del silencio en el espacio. Durante muchos minutos, el público queda inmerso en escenas sin sonido y sin diálogos, dando a la película un ritmo lento e hipnotizador.
'Las escenas en el espacio se enmarcan en el conocimiento científico de principios de los años sesenta', dijo Martin Collins.
'Kubrick y Clarke fueron cuidadosos con los detalles', comentó y agregó con una sonrisa: 'Aunque cuando abordan el futuro de la humanidad, es más la especulación'.