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La Capilla Sixtina, obra maestra del Renacimiento, se abrió ayer un poco más a la modernidad con su primer concierto retransmitido en directo por internet, el Stabat Mater, del compositor escocés contemporáneo James MacMillan. 

Los más célebres compositores, como Vivaldi, Rossini o Dovrák han puesto música a este poema del siglo XIII sobre el dolor de María al pie de la cruz y la voluntad de los fieles de participar de este dolor.

El Stabat Mater de MacMillan, un compositor de 58 años autor de numerosas piezas de música sacra, fue encargada por la Fundación Génesis, que trabaja desde 2001 para apoyar a los jóvenes talentos artísticos y desarrollar el vínculo entre arte y fe. 

Esta pieza atormentada, donde se suceden melodías vocales y ritmos entrecortados, fue presentada por primera vez en 2016 en Londres y conmovió a los oyentes, especialmente al cardenal Vincent Nichols, arzobispo de Westminster, que movió hilos para que el compositor presentara su obra en el Vaticano. 

'Aquí se toca el corazón de una madre angustiada, como todas las madres lo están, a través de los años y de los países, cuando sus hijos sufren', explicó el cardenal a la prensa. 

Bajo los frescos de Miguel Ángel, 'podemos pensar en su Pietà (una escultura que representa a la Virgen con el cuerpo de Cristo sobre sus rodillas) abajo en la basílica de San Pedro y escuchar esta Pietà musical'. 

Para llegar a un público más amplio que los cerca de 300 filántropos, religiosos y amigos invitados, el concierto fue retransmitido en directo en video a través del portal de la radio Classic FM.

Intensidad

Al igual que en su estreno, en Londres, la obra fue interpretada por el coro The Sixteen y la orquesta de cuerda Britten Sinfonia, bajo la dirección de Harry Christophers. 

Los británicos, que acudieron a los ensayos en pantalón corto y degustando un helado, no pudieron esconder su emoción al encontrarse frente a los ángeles, demonios, profetas y apóstoles pintados por maestros del Renacimiento como Miguel Ángel, El Perugino o Botticelli, en las paredes laterales.

Los coristas estaban un tanto nerviosos, no obstante, por si la gran bóveda resonaba demasiado, 'como en un cuarto de baño', admitió la soprano Julie Cooper. 

Pero cuando empezaron a cantar, las paredes les recordaron que su acústica es tan legendaria como sus frescos.

Desde luego, los cerca de 6 millones de visitantes que pasan cada año por aquí, con picos de hasta 20.000 diarios, para visitar la capilla, perla de los Museos Vaticanos, no tienen necesariamente la oportunidad de darse cuenta, al menos no más que los cardenales que se reúnen aquí en cónclave cuando hay que elegir un nuevo papa. 

Pero la Capilla Sixtina también es 'un alto lugar musical en el que los compositores han escrito durante siglos para la liturgia, algunos de los más grandes compositores de la civilización occidental, como Palestrina, Allegri, Josquin...', recordó MacMillan. 'Eso da mucha intensidad y potencia a la representación'.

Únicamente el murmullo del imponente sistema de climatización, indispensable para preservar los frescos, perturba de vez en cuando los silencios. 

Pero, para el director de orquesta Harry Christophers, que terminó la representación con lágrimas en los ojos, su experiencia estuvo marcada por la emoción de aliar esta obra tan nueva con la herencia de varios siglos de la Capilla.

'Estos grandes lugares sagrados siempre tienen una acústica singular. ¡Los detalles que oímos, la resonancia, es fantástica y muy emocionante!', declaró. 

'Tienes suerte si se te presentan ocasiones como esta una vez en la vida', finalizó el experimentado director de orquesta.