Al llegar al camellón que será la nueva entrada al Malecón de la Vía 40 con calle 78, el caminante se encuentra con un museo a cielo abierto en el que viejas y desgastadas paredillas se transforman en lienzos urbanos.
Explosiones de color atrapan las miradas de los pocos transeúntes que a esa hora se desplazan por la zona. Son casi las 9 de la mañana, desde las 7:30 el sol golpea sin piedad sobre ese camino de cemento que limita con el río Magdalena.
Desde temprano, varios jóvenes con apariencia de raperos caribeños cumplen su cita con el arte urbano en la cuarta edición del Festival Internacional de Street Art en Barranquilla (Killart).
Con música hip hop de fondo, algunos hacen malabares en patinetas, otros bailan y gesticulan con una cadencia vertiginosa. Todos forman parte de una puesta en escena que busca embellecer espacios de la ciudad y darle un reconocimiento a un trabajo artístico estigmatizado: la labor del grafitero.
Debajo de uno de los parasoles, en los que la sensación térmica disminuye, un joven de amplia sonrisa se acerca y toma una lata de pintura color negro. Él empieza a perfeccionar el rostro de una mujer que estampó en la pared.
Su nombre es Jean Betancourt, conocido como Mr. Garek. Es venezolano y dejó su país para 'probar suerte' en Colombia por la difícil situación política y económica que atraviesa su tierra natal.
Este diseñador gráfico y especialista en animación de 26 años vive en Bogotá hace unos meses. Es la primera vez que viene a Barranquilla y asegura sentirse sorprendido por 'el calor de hogar, casi familiar' que la ciudad le transmite .
'Barranquilla tiene ese sabor caribeño que me recuerda a Caracas', dice. Acto seguido continúa silueteando el rostro de una bella mujer con enormes ojos oscuros.
'Es una amiga', refiere casi adivinando el pensamiento de un transeúnte que observa su trabajo. Su musa es una misteriosa mujer con la que tenía pendiente la deuda de hacerle un retrato, y aunque no quiso revelar su identidad por ser un detalle anónimo, muy seguramente a esta joven de cabello negro nunca se le pasó por la cabeza que su rostro terminaría plasmado en un mural en la capital del Atlántico.
'En mi trabajo hay una línea constante que son las mujeres, porque reflejan la más pura belleza. Pinto la belleza femenina alejada de la sexualidad, es algo que ellas tienen que me cuesta expresar con palabras', manifestó.
El mural de 25 m de ancho por 3,5 de alto es una obra simétrica en la que predomina una paleta de colores morados, tierras y azules que en palabras del artista expresan la vida y el conocimiento.
Mr. Garek, que viste unos jeans desgastados, salpicados de pintura, con un buzo marrón y sobre la capucha una gorra negra que lo protege del sol carga una carretilla llena de vinilos y prepara sus tonos con bases de amarillo, azul, rojo, blanco y negro.
Una vez está lista la mezcla, empieza a rellenar de color piel, con un pequeño rodillo, la parte izquierda del mural que hasta ahora solo es el bosquejo de una mano sobre la que flota un corazón. Esto para él hace alusión a la vida.
'Es una dualidad que expresa vida y conocimiento. Sin embargo, lo interesante del arte urbano es que cada quien tiene un discurso propio de interpretación', sostuvo este joven con cara de niño y rostro enrojecido por la asoleada.
Por internet encontró la convocatoria de Killart, organizada por la Alianza Francesa en esta ciudad y la Secretaría de Cultura Distrital. De la misma manera se enteró de otros festivales de los que ha hecho parte como el Meeting of Style, en Bogotá, y Atacarte en Cúcuta. Su carrera como muralista despegó en Venezuela, sin embargo tuvo que ampliar sus horizontes profesionales haciendo animación e ilustración, y al llegar a Colombia tuvo que empezar de cero.
'En este país he encontrado un 50-50, desde gente que te abre las puertas y te tiende la mano por ser venezolano hasta los que te dan la espalda y te demuestran xenofobia(...) jamás pensé irme a vivir a otro país, mis padres y gran parte de mi familia están en Venezuela. Tuve que explorar otras opciones en el arte porque no se puede estar viviendo del día a día, y la juventud no es eterna', concluyó.
Llegó la hora del almuerzo y Mr. Garek montó sus pinturas en la carretilla. La mujer del mural ‘observó’ cómo se alejaba. Él prometió que el jueves le dará sus últimos retoques, 'quedará perfecta'.