Enviado especial
El tradicional desfile de piloneras que abre oficialmente el Festival Vallenato, se cumplió desde las 4:00 p.m. y estuvo comandado por el homenajeado de este año, Carlos Vives, su esposa Claudia Elena Vásquez y sus hijos Elena y Pedro. La familia Vives Vásquez se gozó al máximo el recorrido que inició desde la Avenida Simón Bolívar con calle 9A.
Cerca de 4.600 bailarines pertenecientes a 92 grupos armaron la fiesta que estuvo marcada por la alegría, la canción del tradicional pilón vallenato y el fuerte sol. 'A quien se le canta aquí, a quien se le dan las gracias a los que vienen de afuera o a los dueños de la casa', exclamaban los bailarines.
El público que se aglomeró en los extremos de la Avenida Simón Bolívar respaldó con sus aplausos al homenajeado que apareció trepado en un jeep verde. Vestido de blanco, sombrero vueltia’o y pañoleta azul, Carlos abrió los brazos para agradecer tantas muestras de cariño.
'Les reitero que más que recibir este tributo he venido a honrar a los juglares y a decirle al pueblo vallenato —muchas gracias— por apoyarme a lo largo de mi carrera. Apenas comenzamos a vivir este Festival, no se me cansen porque tengo muchas ganas de seguir gozando. De aquí nos vamos a vivir en la noche la Ilada Vallenata, una obra musical-teatral muy bonita. Les reveló que el cierre de este Festival será con un concierto en el que me acompañarán los más grandes juglares', dijo Vives a EL HERALDO en medio del recorrido.
El jeep en el que iba el samario era conducido por el presidente de la Fundación Rodolfo Molina y también tenía como tripulantes a su hijo Pedro, a la actriz Viña Machado y Beto Villa Jr. quienes anoche lo acompañaron en el desarrollo de la trama de La Iliada Vallenata. 'Gracias, gracias', decía insistentemente Vives mientras agitaba su sombrero vueltia’o para saludar a todos los que se aglomeraron en los extremos.
Posteriormente, el intérprete de Carito decidió bajarse para tomarse algunas fotos con el público y luego a bailar con su mujer, Claudia Elena, al ritmo del pilón. Desde ese momento comenzó a sudar la gota gorda, cambió de pareja constantemente y hasta bailó la puya del indio con un grupo folclórico que homenajeó las raíces indígenas.
Su compañera Claudia Elena le siguió el paso y también se mostró feliz por ver cumplir a Carlos unos de sus grandes sueños. 'Nosotros también sentimos como propio este momento tan hermoso, por eso estamos con él bailando, porque queremos que este Festival quede en su corazón'.