Los barcos de pasajeros que atracaban en el muelle de Puerto Colombia hicieron de Barranquilla una ciudad de inmigrantes. El desembarco de miles de navegantes que surcaban las aguas del mar Caribe situó en estas tierras a muchas familias judías que abandonaron Europa huyendo de una hostilidad inminente.
'Barranquilla fue la salvación de muchos judíos que decidieron emigrar del continente Europeo cuando empezaba a vislumbrarse la crisis', dice Arturo Watemberg, hijo de Bernardo Watemberg uno de los fundadores de la Comunidad Judía en Barranquilla que hoy celebra 90 calendarios.
En los albores de 1918 se registró la llegada de los primeros judíos sefardíes –provenientes del territorio ibérico y otros países como Persia, Armenia e India, entre otros–. Pero, en Barranquilla, según Watemberg, de 1920 a 1935 se acentuó la llegada de los judíos ashkenazí –de origen alemán, centroeuropeo o ruso–. Estos, explica, se quedaron en la ciudad.
Adolf Haftel, judío nacido en Polonia proveniente de Cuba, y Bernardo Watemberg, también de origen polaco, iban al puerto con frecuencia para recibir a aquellos coterráneos que llegaban a la ciudad, y fue así como ambos impulsaron la iniciativa de crear una keilá –fortaleza–, su propia comunidad de beneficencia y sitio de reunión para otros judíos.
Modernización. Los problemas de acceso a la educación de la comunidad judía eran latentes dado que muchos jóvenes no eran aceptados en escuelas de formación convencionales por ser en su mayoría católicas y distar de sus fundamentos religiosos. Para esta Comunidad, la educación siempre fue una de sus grandes prioridades, al igual que su religión y costumbres.
'Para los judíos, una sinagoga quiere decir sitio de estudio; no es solamente un templo. Desde que se estableció la comunidad en la Calle Comercio y después en la Calle de las Vacas siempre existió un espacio para el judaísmo, la educación y un área social. Años más tarde, la comunidad se mudó para la Calle San Blas, en el segundo piso de un edificio frente a la Antigua Gobernación. Después, buscando expandirse, se trasladó a la Calle Felicidad (calle 48), en un sitio más amplio en el que estuvo de 1945 hasta 1947. Para esta época ya muchas familias tenían trabajo y más oportunidades', agregó Watemberg.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, los judíos que escaparon del Holocausto nazi y lograron llegar a Barranquilla encontraron en la ciudad un resguardo para recuperarse de la crisis.
'Los miembros de la Comunidad Judía, Carlos Kalusin, Israel Pancer, Bernardo Watemberg Enrique Minski y Eliecer Sredni hicieron un préstamo en el Banco de Barranquilla buscando comprar un mejor espacio. Esta vez fue en la carrera 54 con 68 frente a Bellas Artes, lo que es ahora un edificio de apartamentos. En este espacio se empezó a organizar el Colegio Hebreo Unión y el Centro Israelita Filantrópico. Luego estuvo en la cra. 60 con 74 del barrio Bellavista. Más tarde, en 1953, en el Club Alemán hasta que se compró el terreno que existe hoy en la carrera 43 con calle 87 cuando la ciudad era una zona montosa y llena de arena. Aquí funciona el club social, la sinagoga Bet-El, y el colegio, que, orgullosamente es uno de los mejores de Barranquilla', manifestó Abraham Oksemberg, actual presidente de la comunidad judía en la ciudad.
Aniversario
La comunidad conmemora hoy 90 años de existencia como un ejemplo de unión por sus valores culturales y su tradición. Aunque no existen documentos que registren una fecha exacta de la fundación, el 5 de mayo significa para esta comunidad toda una lucha contra la discriminación, la resistencia y sobre todo la supervivencia de su pueblo.
'Dicen que todos los judíos somos ricos', cuenta Oksemberg, dibujando en su rostro una sonrisa. El éxito económico se debe para él a la unión de sus miembros, la organización, ahorro y el amor por la familia.
'Antes de que un judío gaste dinero en licor, emprende, disfruta en familia y ayuda a otros judíos. Los que tienen dan más y los que no tienen le brindan asistencia a los necesitados con la reserva del Centro Israelita Filantrópico.
'La mayoría de los judíos llegaron a estas tierras, como se dice, con una mano adelante y otra atrás, hoy son empresarios, trabajan y desarrollan. El éxito de nuestra comunidad es la unión. Si alguien está mal o sin trabajo la comunidad lo respalda', puntualizó.
Entre los logros de la comunidad en la ciudad está el Parque Santander, un regalo a La Arenosa ubicado en la calle 63 con 54, el Museo Romántico que según Oksemberg a pesar de su lamentable situación actual contó con el auspicio judío y el Colegio Hebreo Unión que ha graduado a 54 promociones, además de los innumerables aportes industriales y empresariales que la comunidad judía le dio a la ciudad.
'Toda la vida el pueblo judío fue perseguido, salíamos como nómadas con la idea de volver algún día a Israel, pero los que llegamos aquí encontramos el mejor vividero del mundo, los jóvenes que se van sueñan con volver porque esta es una ciudad de brazos abiertos', concluyó.