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'En una época donde los niños son absorbidos por las nuevas tecnologías surge un superhéroe en el Caribe de Colombia, cuya misión es animar a grandes y chicos para que conozcan el maravilloso mundo de los libros. Su nombre, Leomás'.

Ya sea disfrazado como este héroe sin súper poderes, pero con una férrea convicción, o con la venta de sus ‘Tintos con Letras’ o sus ‘Paletas Sabias’, con las que además se ayuda económicamente, el escritos cienaguero Luis Fernando Gutiérrez lleva a cuesta la cruzada autoimpuesta de promover la lectura, mientras trabaja en sus siguientes proyectos literarios, después de la publicación de sus primeros cuatro libros infantiles.

'Leomás lucha contra el aburrimiento y la ignorancia. Los libros y la lectura en voz alta son su herramienta y presta sus servicios a quien los solicite. Lee en escuelas, bibliotecas, hospitales o ludotecas. En fin, donde lo necesiten'.

Con estas palabras, recitadas con una dramática y caricaturesca voz profunda, el escritor describe su personaje, creado para captar la atención de los niños e incentivarlos a leer, como una forma más de diversión.

Caracterizado como su álter ego, Luis Fernando realiza lecturas cantadas, narraciones orales, lectura de imágenes, juegos de palabras y, por supuesto, lectura en voz alta.

'Mientras leo un libro enseño las ilustraciones, converso con los niños sobre el texto y a veces canto, bailo y juego, dependiendo el material de lectura que lleve, porque lo importante es que todos se animen a leer y se diviertan en el proceso', anotó.

Un negocio con mensaje

En su afán por reinventarse, pero sin colgar jamás en el ropero del olvido a Leomás, con el que seguirá defendiendo la literatura donde lo requieran, Luis Fernando ideó una nueva forma de llevar las letras a las personas.

'Los ‘Tintos con Letras’ y la ‘Paleta Sabia nacieron como una ayuda para los gastos diarios de mi casa y aprovecho para entregar un proverbio por la compra de alguno de los productos, ya sea de la Biblia, Budista, Chino, Árabe o Hindú, lo importante es que cada cliente se tome un café o se coma una paleta y se lleve un pedacito de sabiduría, o un consejo práctico para su vida', afirmó ‘Leo’, apodo que le quedó de su superhéroe.

Cuenta Luis Fernando que primero comenzó con el café, la idea fue bien recibida, pero como en el caribe colombiano predomina el calor se diversificó y comenzó con las paletas.

Con estos dos productos el clima se convirtió en algo fundamental, como lo explica sonriente, 'Cuando el sol está muy fuerte salgo con las paletas, pero cuando se nubla o hace fresco es el turno del café, porque nadie se toma un tinto con el sol quemándole la cara, pero sea lo que sea que esté vendiendo, lo que nunca puede faltar son los proverbios, porque eso es lo más importante'.

Cuentos y poemas infantiles

A sus 31 años, Luis Fernando ha publicado cuatro libros para niños.

‘Adivina adivinador’, su primera obra impresa en el 2011, es un libro sobre el primer amor escrito desde la perspectiva de un niño, compuesto por 12 adivinanzas y 22 poemas.

Su segunda publicación fue en el 2013, al reformar un cuento que tres años antes cuando prestaba servicio militar, que re tituló como, ‘Armando Alegría y el mundo de los juegos’, y narra la historia de un niño, que a pesar de haber recibido grandes golpes del destino, mantiene el más preciado de los dones de la existencia, la alegría, como su apellido.

En el 2016 sacó al mercado, ‘Ratas, ratones y amores’, una comedia romántica escrita como obra de teatro para ser también llevada a escena, en la que en un sólo acto el personaje principal, Don Ratón, atraviesa el escenario de un lado a otro mostrando en cada acción valores éticos como la constancia, el amor, la amistad y el respeto.

Ese mismo año, Gutiérrez publicó ‘El ángel de papel’, la historia de Yoel, un ángel que descubre su vocación de contador de cuentos, después de viajar por el mundo de los humanos.

Las raíces de sus letras

Luis Rafael Gutiérrez Mercado nació en Ciénaga en el año de 1986, pero se crió en la vereda Macondo, en la Zona Bananera.

'Mi padre era un hombre casado y con cuatro hijas cuando conoció a mi madre, quien decidió entregarme a él a los pocos meses de haber nacido. La esposa de mi padre, mujer admirable, no sólo perdonó la traición, sino que también cuidó de mí como si yo fuera el hijo varón que nunca tuvo', contó Luis Fernando.

Los primeros años de su vida trascurrieron felices en una casa rosada en el caserío Macondo, donde su abuelo paterno llegaba por las noches para contarle historias de espantos. En 1997, después de la muerte de su abuelo, salieron desplazados por la violencia y regresó a terminar su bachillerato en Ciénaga con su madre biológica, siendo influenciado por una profesora, que motivó su latente talento.