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Cirios encendidos, neblina, campanas que tañen... Gucci recreó una atmósfera de misterio y religiosidad en su desfile crucero, celebrado el miércoles por la noche en una necrópolis romana del sureste de Francia.

El show del director artístico Alessandro Michele, que mezcló hombres y mujeres, alió referencias católicas, kitsch, punk y estilo disco.

En la pasarela bordeada de sarcófagos, un surco en llamas dio el pistoletazo de salida al desfile en la necrópolis de Alyscamps, en Arles.

En este ritual moderno, se dio una procesión barroca, en la que se sucedieron un extraño personaje con aires de niña, peluche rosa y medias verde anís; madonas con rosarios, una viuda con la espalda al descubierto, una sacerdotisa con una larga túnica con volantes y una estrella de rock con pantalón rayado y jersey de lentejuelas.

En este ambiente crepuscular, el rosa dominó la paleta de la colección.

Al desfile de la marca italiana, emblema del gigante del lujo Kering, asistieron entre otros el diseñador Christian Lacroix y la actriz franco-británica Lou Doillon. Fue seguido de un pequeño concierto de Elton John.

Gucci cerró así el baile de los principales desfiles crucero, colecciones intermedias que se presentan entre dos temporadas de Semanas de la Moda.

Las grandes firmas de moda, que suelen organizar estos pases en los cuatro rincones del planeta, optaron este año por celebrarlos en Francia, rivalizando en decorados extraordinarios, como Chanel, que realizó una réplica de un barco de lujo en París, y Louis Vuitton, eligiendo los jardines sublimados con obras de Miró de la Fundación Maeght (sureste).