Rudis Rubén López toca 'sabroso' el porro en cualquiera de sus ritmos: tapao, palitiao, pelayero o sabanero, aunque le falten los dedos meñique y anular de su mano izquierda. Con esta tapa el parche de su entrañable instrumento, mientras del otro lado golpea con la porra o mazo.
La limitación física que sufrió a la edad de 9 años en un accidente casero mientras transportaba agua en burro, en zona rural de Cereté, no significó dificultad para interpretar el folclor de las sabanas de Córdoba, Sucre y Bolívar, y convertirse en uno de los mejores percusionistas de la región.
Tiene 53 años de experiencia en la música de bandas de viento, de los cuales lleva 40 como el bombero de la internacional banda 19 de Marzo de Laguneta, creada en 1945 y que dirige el pedagogo Miguel Emiro Naranjo.
Con su director y amigo, Rudis Rubén viajó a Europa cinco años consecutivos, desde 1997, a enseñar con pentagramas el porro de las sabanas del Caribe. El desempeño en la tarea de internacionalizar este género fue tan exitoso que el mismo porro que suena este puente festivo en el 42 Festival Nacional del Porro en San Pelayo lo siguen interpretando los franceses, en especial la banda De Belle, después de un trabajo que coordinó el Ministerio de Cultura de ese país.
El recorrido para llevar la ‘academia del porro’ incluyó las ciudades de Mézilles, Toulouse, Auxerre, Saint-Benoît, Tolón y París. De allí pasaron a Austria, Italia, Atenas, España y Bélgica, enseñando rítmica y compases, que al final sirvieron para que en Europa quedaran conformadas varias bandas que tocan con feeling sabanero. También ha llevado el porro a otros países como Venezuela y Costa Rica.
'Su aporte en la experiencia de enseñar a tocar porros en Europa fue enriquecedora, sobre todo en el ritmo de fandango, ha sido una persona destacada como músico. Ha diseñado bases rítmicas que son de su exclusividad, eso lo diferencia de los demás', expresa el maestro Miguel Emiro Naranjo sobre el bombero que con él lleva cuatro décadas alegrando corazones e incitando guapirreos.
Destaca Naranjo además que López es un caballero 'en toda la extensión de la palabra', disciplinado y convidado a actuar con dignidad y talento.
El maestro que ayudó a internacionalizar el porro vive en el barrio San Antero, de San Pelayo, en la orilla de la carretera, en un hogar formado hace 44 años con Ruth Martínez, magangueleña. 'Es como si fuera un casamiento, ha sido una unión libre sólida', recalca.
Allí en una silla plástica y levantando el volumen de su voz por la ruidosa troncal que pasa frente a su casa, confirmó que su nombre artístico es ‘Bombo Mocho’, apodo que él mismo se atribuyó en 1983, cuando hacía una grabación con Dolcey Gutiérrez, en la extinta Discos Tropical, en Barranquilla. López pidió que lo saludaran en la animación de la canción como ‘Rubén Bombo Mocho López, el indiscutible’.
'Lo de ‘Bombo Mocho’ fue algo que audazmente me inventé, tratando de autoburlarme, pero para que al mismo tiempo no me dijeran mocho a mí, sino al bombo', explica mientras sonríe al recordar su propia historia, en el fresco patio de su vivienda en San Pelayo.
Sus inicios en la música fueron en la extinta banda 2 de Febrero de Cereté, luego conformó la banda San Jerónimo de Montería, hasta que en 1977 ingresó a la banda 19 de Marzo de Laguneta (nombre que hace honor al corregimiento de donde es su director, en zona rural de Ciénaga de Oro).
En ese mismo año esta agrupación fue ganadora del Primer Festival Nacional del Porro en San Pelayo y al año siguiente la declararon fuera de concurso, por su inigualable calidad interpretativa.
Rudis Rubén, a sus 64 años, manifiesta que no le cabe el orgullo en el pecho por lo que ha hecho por el porro, coadyuvando a que se conozca y se interprete en el mundo.
Su perseverancia y disciplina en la música de bandas lo hacen merecedor del respeto y reconocimiento de la sociedad cordobesa, en especial de sus colegas músicos.
'Para mí él es el mejor en el bombo, ha hecho un aporte cultural al Caribe y al país, entre muchas generaciones, además aprendemos de él el aporte humanístico que a través de este arte, la música de banda, se le da a la juventud', dice Miguel Martínez, uno de los amigos de ‘Bombo Mocho’. Martínez es su colega porque interpreta el redoblante en la banda San Jerónimo de Montería, pero además es licenciado en sociales de la Universidad de Córdoba.
El compositor
Rudis Rubén, es autor de más de 20 obras musicales insignes en el folclor de las sabana, entre ellas: La espuela del bagre, Cristo Arcia —ambos en 1978— El Flecha (en homenaje al fallecido escritor y periodista loriquero David Sánchez Juliao), El porro de la paz, El pata de gallo, María de las Mercedes, El Gerente, El médico y es coautor del porro Río Sinú (1984), en cuya creación aportaron también Miguel Emiro Naranjo y Rafael Eduardo Sáez.
'He realizado una labor que muy poco se conoce y que muchos no la hacen por falta de disciplina. Hemos luchado desde 1977 para conservar nuestras raíces y nuestra música no solo en Colombia, sino también en el exterior, especialmente en Europa', sostiene el bombero, mientras hace gestos explicativos con 'la mano poderosa' de tres dedos, con la que manosea su instrumento y consigue los ritmos que identifican al sabanero.
A los alumnos europeos que aprenden a tocar el porro caribeño los describe como personas aventajadas para captar la enseñanza, pero además sencillos y espontáneos en la forma de ser, tanto que 'bailan antes de empezar a tocar'.
Su opinión sobre el porro
Para este músico cordobés el porro está en su máximo esplendor a nivel de popularidad y difusión y argumenta su teoría al recalcar que el género, además de ser interpretado por orquestas, vallenatos y cuartetos, ha incursionado hasta en las sinfónicas y filarmónicas.
Advierte que como el ‘porro pelayero’ no existe otro, sin restarle calidad interpretativa al que ejecutan en otras regiones de Colombia.
Ese ‘porro pelayero’ que ‘Bombo Mocho’ menciona es en el que se identifica un diálogo entre instrumentos, que tiene bozá o gustadera y termina con la misma introducción, según lo explican expertos en la página web del Festival Nacional del Porro. Algunas de esas piezas musicales son: El Binde, El pájaro, Soy pelayero y María Varilla.
López sostiene que todas las piezas musicales se las goza desde la actuación con el bombo: El sapo, Tres clarinetes, El ratón, Fandango viejo, La Lorenza, y quizás otro centenar, pero advierte que solo se mueve al compás que le exige el ritmo. 'Es verdad, los percusionistas no somos muy buenos bailarines'.