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En Pital de Megua, hasta los desconocidos entran a la casa de ‘Raque’ como si se conocieran. Abren la reja, pasan por la sala, suben unas escaleras hasta el patio y terminan en los fogones, solo para saludar a la cocinera. Doña ‘Raque’ los recibe contenta, les pregunta si ya comieron, si les gustó y les invita a que regresen 'muy pronto' a comer más pasteles. Que no pierdan la costumbre de ir al Festival del Pastel que hace 26 años comenzaron un grupo de mujeres pitaleras. 

Raquel María de la Asunción Urueta es una señora de estatura baja y mejillas abultadas que controla desde su cocina la producción de más de 1.000 pasteles de cerdo, pollo, gallina o mixto que se preparan con leña durante los tres días de la fiesta de Pital, un corregimiento del municipio de Baranoa. 

Es una de la pioneras, de las ‘matronas’, de un festival que es considerado Patrimonio del Departamento del Atlántico. 

La historia cuenta que los habitantes de Pital estaban preocupados porque no tenían ningún festival, ni eran reconocidos por algún producto, mientras otros pueblos decían con orgullo que festejaban encuentros en torno a la arepa de huevo o al mango, por citar ejemplos. Entonces, este grupo de pitaleros recordaron que en las fechas especiales de diciembre, en los matrimonios y cumpleaños no faltaban los pasteles. Y así nació la idea.