Julián Rojas dice que a los 13 años probó el aguardiente por primera vez. Lo hizo con un grupo de amigos y a escondidas en su natal San Andrés Islas. La bebida resultó la puerta de entrada para sumergirse después en un mundo de desenfreno.
Al licor le siguió la marihuana, y luego la cocaína; todo en medio del entorno musical y de rumba en el que se movía, quien en 1991 fue coronado Rey Vallenato en la edición 24 del gran evento folclórico de la Costa Caribe. En ese torbellino que era su vida sintió que tocó fondo, cuando dos veces lo atracaron en la ‘olla’ en que se abastecía y consumía drogas. El artista recuerda que en las parrandas se encontró 'con el pecado'.
En una noche de fiesta era fácil 'tropezar con el enemigo, al que denomina una fuerza oscura', que en este momento está empeñado en vencer, afirma. También rememora que tras un primer proceso de rehabilitación estuvo cinco años tranquilo. 'Recaí precisamente por las amistades y malas compañías, gente que me decía que recordara las rumbas, y volví a visitar sitios peligrosos'.
Incluso, vivió el escarnio público cuando un afamado cantante vallenato le espetó en plena tarima su condición de drogadicto. Fue en noviembre de 2015, en Zambrano (Bolívar), porque no le dio la nota acertada mientras lo acompañaba en el acordeón. Rojas ha intentado recuperarse y ha fallado, sin embargo ahora insiste, y permanece en la IPS Hombres de Bien, un centro de rehabilitación campestre en las afueras de Valledupar.
'Me siento bien, estoy tranquilo, motivado, lleno de esperanza y mucha fe, con ganas de echar pa’ lante', dice el Rey Vallenato vestido de blanco y en tenis, en su diálogo con EL HERALDO. 'La vida es una lucha constante, y tengo la certeza de que este no es mi fin', agrega con la mirada fija en el cielo de verano.
La frase la suelta el acordeonero de 48 años con tono decidido, que evidencia fuerza de voluntad en esta complicada etapa de su vida. Julián Rojas siente que este es el momento de reescribir su historia.
'Aquí estoy becado. Esto es como una carrera de universidad, en la que estoy estudiando por mi vida. Aprendo una serie de herramientas que me van a llevar al éxito y al triunfo definitivo', vuelve a afirmar con la misma actitud resuelta y enérgica con que ha asumido este nuevo proceso de rehabilitación.
PRIMER FRACASO
El proceso inicial de recuperación de Julián Rojas fracasó, a su juicio, porque el centro de rehabilitación en el que se hallaba, en Chinauta (Cundinamarca), lo convirtió en figura de promoción. Admite que salir frecuentemente a atender entrevistas lo llevó a desatender la regeneración.
'Tengo un compromiso muy grande con Dios, mi familia y conmigo mismo. Hay mucha gente que me quiere, tengo que valorar ese cariño, no puedo permitir que la gente se aburra de mí', reitera el acordeonero. Una de las preocupaciones actuales de Julián Rojas son sus tres hijas.
'Tengo que cuidar ese tesoro, les pido a mis colegas que las ayuden con la manutención, ya que no estaré laborando en este nuevo tratamiento'.
RESPALDO CLÍNICO
Jairo Hernández Villazón, director de la IPS Hombres de Bien, es un ejemplo de procesos de salida de las drogas, pues superó la batalla contra ese ‘monstruo’. Es un abogado de profesión, pero no de ejercicio, y explica que maneja un sistema distinto de recuperación, porque no tratan al consumidor con medicamentos psiquiátricos.
'La drogadicción no se trata con pastillas, sino con programas psicoeducativos, y nosotros utilizamos el ‘Modelo Minnesota’ que nació a mediados de los años 70. Son 12 pasos con una fusión de psiquiatra, psicóloga, trabajadora social, enfermero y un sacerdote o pastor, porque se ve la necesidad de que esto sea espiritual.
'El otro 50% son exadictos que trabajan dentro de la institución por la empatía que se genera entre el que va saliendo y el que viene llegando, la persona rehabilitada se convierte en ejemplo', sostiene.
'El drogadicto maneja dos mundos: uno en el que es consciente de lo que hace; pero tiene otro imaginario, que es en el que vive para justificar su consumo. Todo drogadicto quiere superar su adicción, pero sufre y necesita ayuda', destaca Hernández Villazón. Cuarenta personas ya han triunfado en los dos años de servicio de la IPS.
En casos como el que padece Julián Rojas el tiempo de recuperación es indeterminado para alcanzar la meta, generalmente podría tardar seis meses, pero en el suyo la estadía será hasta lo necesario. 'Esta vez no los defraudaré', sentencia el Rey Vallenato.