Por Paola Alcázar Hernández
Barranquilla siempre es la ciudad a donde él escoge volver. Y es que no solo aquí se empezó a educar para cura, sino que luego de varios años de vivir en la capital del país, La Arenosa, acostumbrada a recibir a los caribes universales, volvió a acogerlo para que empezara a desarrollarse como el sacerdote de los medios de comunicación.
No resulta extraño, entonces, que el calor húmedo que se apropia de la ciudad por estos días, lo motivara a hacer la acostumbrada llamada a la amiga de siempre, esta vez para decidir confesarse sobre la recién enviada renuncia a su rol de sacerdote.
Llegó con el afán del costeño que vive en Bogotá. Esta vez invitado por la editorial de su último libro, Dios es mujer, para autografiar algunos ejemplares en un centro comercial de la ciudad.