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Siguió cantando hasta el último suspiro: Charles Aznavour, embajador mundial de la canción francesa del siglo XX y autor de un excepcional repertorio de nostalgia, falleció en la madrugada del lunes a los 94 años.

De origen armenio, el cantante francés más conocido en el extranjero murió en las Alpilles, en el sureste de Francia, suscitando una ola de tristeza entre personalidades y seguidores.

Aznavour, que vendió 180 millones de discos a lo largo de ocho décadas, no había dado su carrera por acabada.

Acababa de volver de una gira por Japón, tras haberse visto obligado a anular varios conciertos este verano (boreal) debido a una fractura del brazo, provocada por una caída. 

Tenía previsto actuar el 26 de octubre en Bruselas.

Y es que Aznavour parecía rejuvenecer cada vez que cantaba: debutaba sus conciertos con la voz rota y el cuerpo frágil, pero los concluía ligero como una pluma, delante de su lector electrónico.