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Congos, cumbias, garabatos, farotas, paloteo y disfraces son danzas y expresiones muy diferentes. Pero cada una de ellas es un eslabón indispensable de una cadena de tradición, la misma que, hace quince años, catapultó al Carnaval de Barranquilla como obra maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. 

En la Vía 40 y en diferentes escenarios de la ciudad en días de Carnaval perviven este conjunto de manifestaciones materiales y espirituales de la región, que comulgan en derredor de la sociedad.

El 7 de noviembre de 2003, la Unesco determinó que la festividad reunía ese conjunto de características que engrandecen las costumbres del Caribe colombiano y el país entero. Fue así como el Carnaval se convirtió en la primera fiesta de Colombia con esta distinción, conocida como el máximo reconocimiento cultural a nivel internacional. 

Importancia

'Esta declaratoria permitió que muchos grupos evolucionaran', manifestó Julio Mario Sánchez, director de El Congo Reformado y rey Momo en el 2007. 

'Los ojos se fijaron en los hacedores; desde ese momento empezamos a tener una mejor organización. Nos hicimos guardianes de la tradición. Cambiamos para lucir mejor y trabajamos para que esto se conserve', aseguró. 

Esta declaratoria cambio el rumbo de la fiesta más importante de Barranquilla, dándole un norte definido y una mayor organización para proteger y darle visibilidad a estas tradiciones con características únicas en el mundo. 

Carla Celia, directora de Carnaval S.A.S., afirma que la declaratoria como Patrimonio de la Humanidad posicionó al Carnaval de Barranquilla como uno de los tesoros culturales más importantes del mundo por sus tradiciones, saberes y expresiones únicas presentes en la fiesta. 

'Los hacedores de la fiesta somos todos los que participamos desde diferentes roles. Por eso la declaratoria ha logrado aportes importantes de orden nacional y local, desde el impulso de una política para el patrimonio cultural colombiano, la organización de entidades en la ciudad para su salvaguarda, un acuerdo social llamado PES para gestión de su patrimonio, unas líneas de trabajo para fortalecer sus aspectos importantes, que a su vez incluyen programas que tienen como beneficiarios a los hacedores del Carnaval', dijo. 

Para Juan José Jaramillo, secretario de Cultura, Patrimonio y Turismo Distrital, esta declaratoria suscitó una apropiación y un mayor arraigo por parte de los portadores, hacedores y artistas del Carnaval en la ciudad sobre lo vernáculo. 

'Reforzó el carácter popular del Carnaval con la diversificación de la oferta de eventos y se le dio un nuevo aliento a las manifestaciones tradicionales, para que volvieran a ser protagonistas de la fiesta. Igualmente contribuyó a su posicionamiento a nivel internacional atrayendo turistas, investigadores y académicos interesados en conocer las tradiciones del Caribe colombiano'.

Según Carolina Segebre, soberana del Carnaval 2019, 'hace 15 años, cuando el Carnaval fue declarado patrimonio, el mundo puso sus ojos sobre eso que lo hace único. Asimismo, se dio inicio al Plan Especial de Salvaguarda para garantizar que la tradición perdure y sea transmitida por generaciones'. 

Para la Unesco

El Carnaval reúne la diversidad de manifestaciones culturales del Caribe.

Es una tradición de siglos que anualmente desborda en imaginación, música, baile y alegría. 

Su música, danzas, artesanías, vestuarios, expresiones orales, rituales y la gastronomía son sus principales tradiciones y patrimonio. 

El tejido social que construye supera diferencias de edad, sexo, religión y condición.