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Edelberto Prieto quiere divertirse como hace 20 años, con su camisa de colores, su sombrero carnavalero y su esposa alcahueta en una de las fiestas que más disfruta, una de las más importantes y populares de todo el departamento del Atlántico.

La Batalla de Flores de Santo Tomás, que hace que más de 600 mil atlanticenses y turistas arriben a un municipio que no recibe tantas personas como en este día, comenzó sobre las 2 de la tarde, bajo el poderoso sol que nunca abandona a Santoto.

Pero ese calor, ese fogaje que los espectadores combatieron con abanicos, sombreros y cervezas, fue disipado por el meneo de las polleras y banderas durante el desfile. Luego, olvidado casi por completo con el ritmo y sabor de la reina del Carnaval de Santo Tomás, Marluz Acosta, quien conquistó a su público desde una carroza con flores y tamboras. Sonriente, entre un tocado de plumas azules, bailó y lanzó besos y flores mientras lograba esquivar los cables de energía eléctrica que se entrometían en su camino por estar tan arriba.

'¡Qué hermosa es la reina!', exclamó una mujer desde el bordillo.

'¡Esa es, esa es, esa es!', gritaba la gente de los palcos.

Ese tipo de elogios también los recibió la Reina del Carnaval del Atlántico, Carolina Suárez, desde su enorme carroza de tigre, así como la Reina Intermunicipal, María José Barrandica, quien dio lecciones de champeta junto a la Corporación Artística Javier Rodríguez. Todas las reinas y reyes, en realidad, sabían cómo lucirse ante su gente: los Reyes Infantiles de Santo Tomás, Shaineth Mejía y Camilo Pizarro, el Rey Momo, Iván Torrejano, y la Reina Popular, Naidekyn Ciro, entre otros muchos soberanos, porque no fueron pocos.

Desfilaron todas las candidatas al Reinado Intermunicipal: Baranoa, Campo de la Cruz, Galapa, Juan de Acosta, Sabagrande, Puerto Colombia, entre muchas otras.

Pero si de lecciones de danza y fantasía hablamos, tendríamos que mencionar el espectáculo de Mapalé Mezclas Africanas y cómo sus bailarinas terminaban volando en el aire, mientras sus compañeros las lanzaban lo más alto que pudieran. O de cómo María de los Ángeles, una niña con síndrome de down, se robó los aplausos en un solo de baile donde meneó cada una de las arandelas de colores de su vestido.

Y mientras unos embelesaban con tanto brillo y escarcha, otros conseguían asustar a algunos con la habilidad, por ejemplo, de arrojar machetes filosos y luego atraparlos antes de que hicieran daño. Una mujer morena, vestida de Negrita Puloy, hacía volar las armas y, al final, sorprendió al público atrapándolas con la boca.

Había también quienes estallaron en risas por los disfraces de falsos policías que interponían comparendos por una empanada o por las letanías de los Altaneros de Soledad, que cazaban víctimas entre los asistentes para burlarse de ellos.

'Miren a ese muchacho de camisa roja, el como que se cree campeón, pero fíjense en su barba que parece jopo de león', cantaban los seis hombres encapuchados de negro a un joven que solo se reía al escucharlos.

Otra de las agrupaciones que emocionó al público por su ingenio fue Nado Desincronizado. De una carroza que simulaba una piscina salían piececitos en medias veladas. Muchos suponían que detrás de esos movimientos estaba el rostro de mujeres delicadas, cuando de repente lo que salía a flote eran hombres robustos con gorro de natación.

Brillo y tradición

La Batalla de Flores de Santo Tomás recordó, como siempre, lo diversa que son las manifestaciones artísticas del Carnaval. Santoto no solo bailó al ritmo de danzas de tradición como la cumbia, la puya, el mapalé y el son de negro, sino que también estuvo cargado de otros ritmos más contemporáneos como la champeta urbana y el reggaetón. Canciones como La chica Gucci y Tú verás si me crees se escucharon una y otra vez a lo largo del desfile.

Fueron más de 80 agrupaciones procedentes de Barranquilla, Galapa, Palmar de Varela y Sabanagrande las que brindaron un espectáculo que cada año cobra más fuerza y atrapa más la atención.