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En un viejo taller del barrio El Santuario rueda la cabeza de Quentin Tarantino, que bien sabe cómo descuartizar a alguien con su sable Hattori Hanzō. Pero es ahora el reconocido director de cine y no ninguno de sus personajes bastardos, el que descansa sobre una vieja silla tejida, en medio de cuadros y pinturas de un hombre que, en una mano, sostiene firme un machete cubierto de sangre y, en la otra, su propia cabeza cortada.

Es el taller de ‘El Descabezado’, del calamarense Ismael Escorcia, cuya historia aberrante sedujo al padre de películas como Reservoir Dogs (1992), Pulp Fiction (1994) y Kill Bill (2003 y 2004). Fue el origen de ese disfraz de terror, que se pasea por el Carnaval de Barranquilla, el anzuelo que atrapó Tarantino para que aceptara ser el invitado del Festival Internacional de Cine de Barranquilla, Ficbaq, según revelaron sus mismos organizadores.

'Lo conquistamos con la historia de ‘El Descabezado’, él vendrá porque quiere conocerla. Tarantino es un tipo de cero etiquetas, así que nos hizo saber que sí contamos con su asistencia', dijo Giuliano Cavalli, director del Festival y encargado de gestionar la de Tarantino por primera vez a Colombia.

El Ficbaq, que este año realiza su séptima edición, se atrevió a mezclar la temática estética del Carnaval con el séptimo arte, por lo que los asistentes podrán hacer conexiones entre el universo tarantinesco y el carnestoléndico, donde el humor negro y la sátira juegan a romper las reglas.

La sangre de Tarantino

El ganador de dos Oscar por mejor guión con Pulp Fiction en 1994 y Django Unchained en 2012, recibiría entonces, de manos del mismo creador de ‘El Descabezado’, una versión suya del disfraz que Escorcia ha estado trabajando desde el miércoles de Ceniza.

Ambos se encontrarán, según lo programado por Ficbaq, frente a frente este martes en la Concha Acústica del Parque Sagrado Corazón, escenario de la inauguración.

Así, Tarantino y todo el público podrán evocar aquellas épocas violentas en las que un niño como Ismael Escorcia era testigo de cómo los cadaveres flotantes desfilaban por las aguas del Río Magdalena mientras él jugaba en las riberas.

'Fue algo horroroso que nunca debió suceder', recuerda Escorcia.

Los amantes del cine vendrían a ver a Tarantino, pero Tarantino a Ismael, que confiesa no saber nada del cineasta. Tan solo pidió unas fotografías de él de frente y de perfil para hacerle un disfraz, de esos que este hombre de 89 años sabe hacer.