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Germán Vargas Cantillo (1919–1991), aquel hombre de las letras, una auténtica fábrica de la cultura en el Caribe y en Colombia, fue el motivo por el que entrañables amigos fijaron un encuentro y entrechocaron las copas ayer, en las instalaciones de EL HERALDO, en un brindis para homenajear su memoria y su legado.

El tributo, que recordó el aporte de un periodista, escritor y gestor cultural que no sabía cómo negarse a quien necesitara de él, se celebró en el marco del centenario de su natalicio, una fecha ya incrustada en su familia y en quienes conocieron a Vargas Cantillo.

'Esto es lo menos que podemos hacer para recordar una figura de su magnitud', fue la consigna del director Marco Schwartz.

Durante la tertulia, sus hijos Darío y Mauricio, así como su nieto Andrés Vargas, recibieron de manos de esta casa editorial, de la Alcaldía y la Gobernación del Atlántico, tres reconocimientos para condecorarlo: una placa conmemorativa, la medalla Ciudad de Barranquilla categoría Oro y la lectura de un decreto para rendir homenaje póstumo, respectivamente.