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Las lágrimas rompieron la severidad del rostro de Kellys Torres Arrieta. A sus 22 años, la situación social en la que se encuentra la hace sentir que es incapaz de darle a su hijo de seis años lo que necesite; sin embargo, de sus ojos rebosa la esperanza que halló en el baile.

A Brayan Urbano Zabaleta le gustaba el fútbol, pero la muerte de su papá lo hizo dejar el deporte para acompañar a su familia. Tiene 16 años y, aunque soñaba con ser un gran volante en el campo de juego, ahora pasa sus tardes bailando. Su sonrisa no ha cambiado.

Por otro lado, Hailer Molla Guerra comenzó a bailar hace cinco meses. Le gusta hacerlo y dice que lo ayudará a cumplir el sueño que tiene desde que nació hace 14 años: estudiar una carrera técnica en filosofía. Para su papá es mejor que baile antes que estar en las calles buscando 'lo que no se le ha perdido'.

Estas son apenas tres de las historias de confluyen en el grupo de danza Afrolatina del barrio La Luz, en Barranquilla. Son 56 niños y jóvenes entre nueve y 25 años de edad, dirigidos por Jean Carlos Gil Guerra, que día a día escapan de la violencia, las drogas y el embarazo a temprana edad, a través del baile. Su cuerpo es su herramienta de paz.

De acuerdo con Jean, el encontrarse en una comunidad vulnerable lo hizo buscar en la danza una alternativa para evitar que las nuevas generaciones caigan en las hambrientas garras de la violencia urbana. Asegura que todo comenzó entre fiestas de 15 años.

'Yo soy organizador de eventos y coreógrafo. Veía que en cada fiesta buscaban sus propios bailarines y, como somos del mismo barrio, hablé con todos ellos para armar el grupo y estar lejos de las calles. A ellos les fascina esto. Nada más es decirles que vamos a bailar y vienen porque les gusta', cuenta el bailarín.

Poco a poco y con el apoyo de padres de familia, el grupo se fue nutriendo de chicos que antes no contaban con un espacio de encuentro e integración en el que unidos pudiesen superar las situaciones difíciles a las que se enfrentan a diario. 

Según Daniel Martínez, psicólogo, bailarín y coordinador del proyecto de juventud de la Alcaldía, los jóvenes utilizan las pandillas, las drogas y las relaciones sexuales como vehículo de aceptación, experimentación y escape. La danza funciona de la misma manera y por ello es tan efectiva para evitar que chicos en condición de vulnerabilidad se conviertan en víctimas de estos problemas sociales.

'Como disciplina artística, la danza permite a los jóvenes administrar su tiempo libre de manera adecuada. Ayuda a desarrollar nuestra inteligencia espacial, musical, corporal y emocional, llevándonos a asumir actitudes asertivas y relacionarnos mejor con las demás personas y con nosotros mismos', explica Martínez.

Esto es respaldado por Kellys, que manifiesta con una sonrisa lo bien que se siente de estar en el grupo. 'Yo soy una persona muy sentimental y los problemas en mi casa me afectan, pero aquí todo es diferente. Mis compañeros siempre están pendientes de mí y me hacen reír. Esto me ha cambiado, me aleja de los problemas', dice la joven madre antes de seguir bailando junto a quienes considera su familia.

Hoy, los integrantes del grupo de danza Afrolatina sueñan juntos en crecer como bailarines, encontrar apoyo para viajar a otras ciudades con su danza y, sobretodo, participar en el Carnaval de Barranquilla. Y es que, como buenos atlanticenses, su escenario anhelado es la Vía 40, donde esperan algún día olvidar la violencia que acecha a su comunidad y mostrar de lo que están hechos: alegría.