Camina relajada, se sienta y peina su cabello corto. Está viendo llover en Barranquilla y eso le sorprende un poco. Mientras tanto, observa lo que fue su participación en Épico. Es Melba Escobar, escritora colombiana que llegó a la capital del Atlántico más que para hablar de su obra, para entender a los niños. Esos que la han sorprendido con preguntas que, dice 'valen más que tres sesiones de psicoterapia'.
En sus obras mezcla elementos comunes: el rol de la mujer, la realidad de Colombia y el machismo arraigado en nuestra cultura; sin embargo, el primero es para ella, quizá, el más importante. Que las mujeres estén ahora en torno a las letras, que escriban obras o textos periodísticos, por ejemplo, significa que hay voces visibles, que hay una lucha en pie y una voz alzada. Eso es también lo que quiere transmitirle a las nuevas generaciones, porque a ellas, sin duda, no se les debe hablar desde un mundo fantástico, sino desde una realidad.
'Somos una voz nueva. Así lo decía una autora que me gusta, llamada Ursula K. Le Guin. Ella nació antes de que las mujeres se inventaran. Si uno piensa en esa lógica las mujeres nos estamos inventando en el presente', cuenta la escritora.
Y aunque su más reciente obra La mujer que hablaba sola va dirigida a un público adulto, mostrando la historia de una mujer atrapada en el relato tradicional de un país enmarcado en la violencia, Johnny y el mar es la obra por la que llega a Barranquilla para hablar con los más pequeños.
'Uno piensa en las generaciones que vienen (...) Que el único modelo no sea ser reina de belleza o presentadora de televisión. Que piensen que hay oportunidades de salirse de ese patrón'.
Los niños, dice, están muy abiertos a la cotidianidad, son los adultos los que quieren 'simplificarles todo y pintarles un mundo rosa donde no hay dolor ni sufrimiento'.
'Hemos ido queriendo volver ese mundo infantil en uno artificial, uno perfecto. Eso hace un daño muy grande en los niños porque de alguna manera se les está castrando la posibilidad de elaborar un mundo en torno a todas las emociones y situaciones que vivimos los humanos. En los niños es donde hay que abrir esos espacios para vivir todo'.
La literatura, entonces, tiene un papel fundamental, contar historias honestas, complejas. 'Donde ellos se puedan reconocer e identificar en sus emociones como un espejo, esto les permite abrazar esa complejidad y entenderse con ella', asegura.
Su libro ha tenido un público muy generoso y ha sido traducido al alemán y al inglés, justamente es porque no trata de pensar cómo le hablaría a un niño.