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Llegar a los 30 es, para muchos, como escalar una montaña de caminos empinados y pedregosos.

La subida sinuosa, acompasada por el tic tac del reloj, es como un sendero de flagelaciones mentales formado por los sueños no cumplidos, la sombra de los fracasos pasados, el despeñadero del tiempo perdido, la seducción de la zona de confort, la oscuridad de la soledad, la ansiedad de 'no saber lo que quiero' y sobre todo el miedo a la edad adulta.

Aunque no todos viven la situación con la misma intensidad, los 30 es una edad en que las personas suelen detenerse para hacer un repaso de sus vidas.

Presión por triunfar

Un estudio de la Universidad de Greenwich (Londres) reveló que cerca a los 30 años los adultos pueden sufrir una crisis que se manifiesta con síntomas como la inseguridad, depresión y sensación de soledad. Esta, según el principal exponente de la investigación, Oliver Robinson, se da por la 'presión de triunfar antes de cumplir los 35'.

Esta crisis suele repertirse alrededor de los 50, según el estudio presentado en 2012 en la Conferencia Anual de la Sociedad Psicológica Británica, y en ella el adulto joven se siente atrapado en sus opciones, 'decide dejar su trabajo o su relación sentimental y probar nuevas experiencias'.

El estrés en el trabajo, las relaciones de pareja y de amistad y las expectativas de la vida son los principales detonantes de este conflicto interno.

Para Robinson son más proclives a sufrir la crisis de los 30 'adultos con educación superior, con fuertes deseos de tener éxito y con un concepto idealista con respecto a cómo debería ser su vida'.

Millennials

Melissa Muñoz está a menos de un mes de cumplir 30 años. Nunca se había preocupado por la edad hasta que dejó atrás los 28. No tiene hijos, ni tiene pareja, tiene un trabajo desgastante y solo recientemente alcanzó su independencia mudándose de la casa de sus padres.

Cuando tenía 20 soñaba con viajar por el mundo, ser exitosa en su profesión y, ¿por qué no?, encontrar el amor de su vida, pero esos logros se ha demorado en conseguirlos 'más de lo que pensaba'.

'La sociedad nos obliga a tener la vida resuelta a los 30. Al llegar a esa edad te das cuenta que no se trata de frotar una lámpara y que un genio cumpla tus deseos. Se trata de construir, trabajar mucho y pensar cada decisión porque cualquier paso, por pequeño que sea, va a cambiar el rumbo de tu vida. A los 30 necesitas una gran dosis de responsabilidad', afirmó.

Los millennials nacidos a finales de los 80 y principios de los 90 tienen hoy 30 años o están ad portas de cumplirlos.

Para la psicóloga clínica Marjorie Rodríguez, docente de la Universidad del Norte y Universidad Metropolitana, el pensamiento y la forma de vivir de los millennials es producto de un complejo cambio generacional.

'Esta generación es totalmente diferente a la de nuestros padres. Hay diferencias culturales sociológicas y tecnológicas muy grandes. A esa edad, nos preguntamos si nuestro trabajo nos llena, qué legado vamos a dejarle a la humanidad, muchas veces nos replanteamos nuestra identidad sexual, esto puede traer trastornos de ansiedad y depresión', explica.

Es probable que a los 30 sus padres tuvieran un trabajo estable, casa propia y al menos dos hijos.

Si está en esa etapa de la vida y aún no tiene lo que ellos a su edad poseían, posiblemente su vida ha sido objeto de conversación en alguna reunión familiar, esos incómodos eventos en los que termina por sentir que ya lo ‘dejó el tren’ y le hacen preguntas como: '¿Para cuándo los hijos?, ¿de qué piensa vivir en la vejez? o ¿por qué le huye al compromiso?'

Para la psicóloga Carmen Torres, a los 30 existe una gran presión debido a que estos requisitos hacen parte del constructo social 'del deber ser del hombre y la mujer'.

'Las redes sociales se convierten además en una vitrina para compararse con los demás. Entonces deseamos la vida, los viajes, la relación y la familia que tiene el otro y terminamos insatisfechos con nosotros mismos', dijo.

Con respecto a las redes, Rodríguez afirma que 'el ser humano tiene un sesgo distorsionado de cognición'.

'Maximizamos los logros de los demás y minimizamos los nuestros. Esto causa una baja percepción de uno mismo y una baja autoestima. En redes no todo es real porque no todo es medible. Solo podemos compararnos con nosotros mismos, haciendo un análisis de cómo somos ahora y como éramos antes', agregó.

Cuando Luis Carlos Bermúdez cumplió 30 años pensó en cómo se había visualizado a esa edad cuando tenía 25. En ese momento se dio cuenta que no había conseguido mucho de lo que se había propuesto.

'Quería vivir solo, comprar carro, casa y ser independiente. Al repasar mi vida vi que estaba trabajando en un lugar en el que era infeliz, no tenía posibilidades de crecer como profesional y con un salario muy bajo para mi formación académica. Esa crisis me llevó a considerar otras opciones como hacer un posgrado en el extranjero, entonces decidí dar un salto al vacío, ahora me casé y estoy a la mitad de mi doctorado', contó.

Después de una dura escalada para subir esa montaña de dudas existenciales, Luis Carlos se dio cuenta que sin llegar a la cúspide también se logra una buena vista. Superada la crisis, comprendió que a los 30, la vida apenas empieza.