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¿Qué se entendía por 'moderno' a mediados del siglo XX? En aquella época, en los años cuarenta y cincuenta, el término se paseaba por la publicidad y la prensa convirtiéndose en una palabra de moda. Mujer moderna, vida moderna, arquitectura moderna, arte moderno, educación moderna, etc. Y no siempre era una alusión positiva, más bien era el comienzo de un enfrentamiento que aún se mantiene en tensiones permanentes: ¿Tradición o modernidad?

A partir de ese cuestionamiento y de esa premisa, una exposición de arte que reflexiona sobre la modernidad en Cartagena se mantiene abierta –hasta el 2 de agosto– en el Museo de Arte Moderno de esta ciudad.

En Fragmentos de modernidad, una muestra de la curadora Isabel Cristina Ramírez, se invita a pensar en cómo las ideas, los sujetos y las instituciones construyen y alimentan un concepto siempre en el blanco de dardos afilados.

El recorrido, como su nombre, se fragmenta y presenta, a través de un valioso rescate de fotografías de archivo, piezas publicitarias, recortes de prensa, textos y obras de la época, parte del contexto local del que surgieron artistas como la cartagenera Cecilia Porras (1920-1971), cuyas propuestas artísticas e intelectuales no sólo revolucionaron por ser novedosas, sino por generar resistencia.

'Más que una mística, Cecilia Porras fue una mujer muy sensible y con un gran mundo interior, aunque también lleno de conflictos. Cecilia rompió esquemas, desafió los modales y los roles que se esperaba que jugaran las mujeres', destaca Isabel Cristina Ramírez, historiadora del arte, investigadora y profesora de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico.

Porras, aunque excluida en algunos campos e imaginarios, desarrolló una obra plástica poderosa y diversa, caracterizada por combinar elementos de los lenguajes internacionales con intereses personales y locales. Fue ilustradora, (ilustró textos de Álvaro Cepeda Samudio y Gabriel García Márquez), coautora de proyectos editoriales o cinematográficos y profesora en las Escuelas de Bellas Artes de Bogotá y Cartagena.

En parte por esa exclusión, la exposición presenta en profundidad la trayectoria de una artista que logró hacer eco en una época en la que, por ejemplo, la publicidad sugería que el arte era sólo un pasatiempo para el género femenino y que las clases de arte estaban restringidas para ellas, no para ellos. El arte moderno era visto como 'mamarrachos' en un cuadro y el término 'mujer moderna' se utilizaba en forma despectiva para decir 'mujerzuela'.

'Es necesario que las tantas buenas artistas mujeres aparezcan en los listados canónicos de los que, por múltiples circunstancias, han quedado excluidas. El estudio y valoración de sus obras debe darles ese lugar y ubicarlas como lo que fueron, artistas e intelectuales en pleno sentido y pares interlocutoras de sus contemporáneos', advierte Ramírez.

Más fragmentos

La exposición, además de sumergirse en la vida y obra de Porras, se interesa por las instituciones creadas en Cartagena y que son fundamentales para reafirmarse en esa modernidad: en 1981 se fundó la Academia de Bellas Artes de Bolívar, en 1911 se inauguró el Teatro Municipal, en 1940 se realiza la primera feria de arte y en 1957 se crea la Galería de Arte Moderno del Palacio de la Inquisición, entre otros hitos históricos.

Fragmentos de modernidad recorre, además, por los aportes de los primeros grupos de profesores de arte de Bellas Artes: Pedro Ángel González, Héctor Lombana, Donaldo Bossa y Miguel Sebastián Guerrero. Finaliza con las obras de grandes artistas latinoamericanos que hacen parte de la colección fundante del Museo de Arte Moderno de Cartagena y que fueron restauradas por la Fundación Conservar para esta exposición.

'Pa'mi abuelo fue el progreso y eso lo tenía contento, viviendo las malas horas, lo llamó los buenos tiempos', se lee en una de las paredes del museo.