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Son del tamaño de una ardilla, aunque en fotos puedan parecer más grandes. Su melena es blanca, de ahí lo de cabeciblanco. Su rostro, describen, está adornado con una banda supraorbitaria grisácea o blanquecina, con una franja grisácea en el hocico a cada lado de la boca. También explican los que saben que la superficie dorsal del cuerpo es principalmente negra o marrón, mientras que el resto del cuerpo, brazos y piernas son predominantemente blancas.

No estamos en el famoso juego de Adivina quién, se trata de una descripción de una especie endémica, 'tan costeña como…' es su frase favorita: el tití cabeciblanco (Saguinus oedipus). 

Esta especie fue declarada en peligro (EN) en 1973. Cuenta la Fundación Proyecto Tití que se dio tras la exportación de entre 20.000 y 40.000 titíes a los Estados Unidos para su uso en investigaciones biomédicas. 

Esta fundación es la que celebra hoy 30 años de proteger a uno de los primates en mayor peligro de extinción en el mundo. 'Es una entidad privada, sin ánimo de lucro, que ha trabajado durante 30 años y cuyo objetivo social es la conservación del tití cabeciblanco'.

Habita en los bosques tropicales del Caribe colombiano, entre Atlántico y Bolívar y cuyo peligro crítico de extinción se da también por la dramática deforestación de su hábitat, también por el comercio ilegal de especies silvestres como mascotas.

El trabajo de conservación no es solo enfocado en la especie, va de la mano del bosque seco tropical, un punto clave en la biodiversidad de nuestro territorio nacional. Es por ello que se crearon 5.300 hectáreas de áreas protegidas para el tití, así como 200 áreas de bosque en restauración. 

Dentro de los logros está también el reconocimiento de esta especie como símbolo del Caribe colombiano.

Bosque

 El bosque seco tropical, dice la última publicación del Instituto Alexander Von Humboldt, queda el 8% en general de lo que solía existir. La deforestación ha acabado con el 92% en Colombia. De ese 8% que se reporta, un tercio es lo que en realidad queda que es viable para el tití, que tiene los árboles con los que se alimentan, que son refugio y que proveen una condición de vida. 

'Tenemos dos sitios de trabajo: uno en Luruaco, Atlántico y Santa Catalina, Bolívar, alrededor del bosque de El Ceibal y de los Parques Naturales Regionales Rosales y en el Santuario Los Colorados en San Juan Nepomuceno', explica Rosamira Guillén, directora ejecutiva de la Fundación.