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Elizabeth Rodríguez* tenía 15 años cuando empezó una relación con un joven de su colegio a quien conocía desde que eran niños.

Cuando el noviazgo tenía un mes su pareja empezó a pedirle 'favores', 'sacrificios' que ella debía hacer para demostrarle que lo quería. Con el tiempo le aisló de sus amigos, controló su forma de vestir, le prohibió conversar con otros hombres e incluso intervino en su forma de hablar y de reír.

Llegaron los insultos, los gritos, los manoteos, los empujones, las amenazas. Después se volvió más físico, y así fue empeorando hasta que cumplió 21 años.

'Siempre aumentaba', manifestó.

Elizabeth, habitante del barrio Villa Carolina, psicóloga de profesión con un posgrado en Psicología Jurídica y Forense, no comprendía por qué estuvo tanto tiempo en una relación tan destructiva.

La principal arma que ejercía contra ella era la 'desvalorización', la humillación y el menosprecio.

'Los momentos felices fueron muy pocos, casi ni los recuerdo. Yo siempre me consideré feminista, en mi familia nunca vi algo así, he tenido claras mis metas y ambiciones profesionales y personales. La verdad no sé qué ocurrió (...) Una vez vi el violentómetro y leía los ‘criterios’ que allí aparecían como alerta sobre la violencia de pareja y empecé a tachar lo que él me hacía a mí. Taché casi todo'.

Para Elizabeth, el maltrato no es solo 'emocional', también repercute en lo 'cognitivo' porque según ella 'te vuelves más lenta'. 

'Vivir en una situación de estrés casi que a diario, biológicamente también hace mucho daño', afirmó.