Cuando la escritora Gertrude Stein —de 36 años en aquel tiempo— le cuestionó a Picasso haberla pintado con una mandíbula alargada, ojos desorbitados y orejas enormes este le respondió: 'Tranquila... con el tiempo te acabarás pareciendo'. El retrato de 1906, que hoy reposa en el Metropolitan Museum de Nueva York es, quizás, el más conocido de esta mujer que al ser retratada tenía hombros anchos y cara redonda.
Esta curiosa anécdota que refiere el artista plástico, docente de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico y crítico de arte, Néstor Martínez explica como ha ido transformándose con el tiempo el concepto obligatorio del parecido en el retrato.
'El parecido físico de la persona y su retrato escultórico proviene de siglos pasados. Hoy día, en las esferas importantes del arte actual no se utiliza'.
Martínez recalca que en el arte Barroco, Neoclásico e incluso en el Romántico, el parecido era muy importante porque 'no había otro mecanismo para fijar los rasgos de la persona homenajeada'.
No obstante, explica, desde la invención de la fotografía el arte fue liberándose de la necesidad del parecido y fue conquistando más libertad y creatividad a la hora de realizar un monumento a un personaje importante.
La efigie que se erigió en Ciénaga, Magdalena, en homenaje a Carlos Vives y al maestro Guillermo Buitrago ha desatado una controversia que suele repetirse con alguna frecuencia cuando una población rinde tributo a sus ídolos. Esa discusión, que se aviva de tanto en tanto, tiene que ver con la similitud de la imagen a la persona homenajeada, que en ocasiones dista de su fisionomía.
La capacidad del arte de permitir que vuele libremente la creatividad del artista para valerse de la exageración, la ampulosidad y la caricaturización al plasmar una obra no es siempre bien aceptada entre el público. Sobre todo, cuando se trata de personajes que infunden respeto por sus diversos aportes a una cultura.
Para el artista plástico Juan Carlos Dávila, profesor de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, un artista debe tener en cuenta diversos factores a la hora de proponer una obra que aspira a dialogar con un público mayor al que asiste a una Galería de Arte. Según el experto, deben valorarse no solo los aspectos inherentes a la creatividad del artista, sino también condiciones de tipo social de la comunidad que será representada en dicho monumento.
'Cuando la obra es producto de un encargo se imponen unas condiciones económicas y particulares para su realización. De igual manera, se debe tener en cuenta la intención de quien hace el encargo y el valor simbólico del lugar donde se emplazará', dijo.
Conocimiento técnico
'Convencionalmente, el parecido en una escultura o en una pintura se logra aplicando rigurosamente las leyes de la proporción de la forma y agudizando los detalles de asimetría que tenga la persona retratada', dice Martínez.
Los rasgos que distinguen a una persona 'se encuadran dentro de una estructura aparentemente axial, pero particularmente asimétrica'. En términos menos técnicos, sugiere Martínez, lo anterior se debe a que nadie es idéntico a otra persona. 'Ni siquiera los gemelos'.
'Si alguien se toma una fotografía del rostro, la divide exactamente por el medio, duplica el lado derecho (o izquierdo) y une copia, la imagen original que resulta no se parecerá a la persona de la fotografía'.
Dávila se refiere a que la creatividad del artista no puede ser excusa para ampararse en la falta de conocimiento técnico.
En el caso puntual del polémico monumento cienaguero afirma que este no parece ser el caso de la obra, pues 'es evidente la intención de llevar el cuerpo humano de un hombre al de una mujer'.
'Hay que preguntarle al artista cuál ha sido su intención, ya que es claro el rechazo que ha provocado en la comunidad. Aunque Carlos Vives lo haya aprobado, la obra no se hizo para el jardín particular del artista, sino para el espacio público de una comunidad a la que todos pertenecemos', puntualiza.
Edward Barrera Díaz, el artista que elaboró la pieza sostuvo en una entrevista que 'el arte es subjetivo' y que a través de un diálogo con Carlos Vives este le sugirió algunos cambios en la escultura.
Por su parte, Dávila remata diciendo que no puede ser suficiente invocar la libertad creativa cuando una obra causa polémicas que trascienden la visión personal.
A continuación, algunas esculturas que han generado reacciones de desaprobación, burlas y sarcasmos entre diversos públicos del Caribe o el mundo. Otras han sido aceptadas con el paso del tiempo.