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De cara al Río Magdalena las fuertes brisas jugueteaban con el cabello rizado y canoso del arquitecto José Pérez. A nuestras espaldas se encontraba el Caimán del Río, un sitio gastronómico donde cualquier persona de a pie puede respirar, observar y saborear un poco de lo mucho que encierra la Región Caribe.

Ese lugar, que se alza sobre un gran malecón y hace alusión al estribillo 'se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla', fue creado por Pérez, dando evidencia de que aquel reptil llegó a la ciudad, pero revestido; justo como una plaza de comidas que reúne a 25 restaurantes y que hoy día es catalogado como el sitio in de Barranquilla.

José manifestó que creó el establecimiento dándose a la tarea de examinar la 'vocación del sitio' para luego 'esculpir lo que desde siempre ha estado atrapado'.

'El Río con su historia, su fauna y su flora imponía en el corazón de la gente ese caimán. Para mí era más fácil posicionar la imagen, como el Mickey Mouse Caribe, de ese caimán que pertenece a nuestra fauna y que todos tarareamos en la canción Se va el caimán. Después de ese análisis se dio la conjunción del mercado gastronómico y luego hicieron entrega de este contenedor de 1800 metros cuadrados'.

En su decoración, en la que algunos objetos tienen un corte inverosímil, se dio el lujo de ‘alardear’ un poco de la literatura de Gabriel García Márquez, materializando las alas de las famosas mariposas amarillas, para tomarlas y finalmente lograr una simbiosis con la imagen de algunos caimanes que guindan desde lo alto del techo y que interactúan con el visitante.

'Decodificar el caimán con sus miembros fue fácil porque era muy lineal. Así que esos miembros, que hacen alusión a las patas del animal, los convertí en cuatros grandes toldos. También manejé en los techos que quedan a los lados del lugar el tejido sinuoso que se utiliza en los canastos, con el fin de generar microclima y la relativa permeabilidad que permite un intercambio de temperatura'.

Esa creación admitió que emergió desde el interior de su oficina o, como prefiere llamarle él, desde su juguetería. Y no porque literalmente lo sea, pues se trata de un gran espacio que cuenta con juguetes por doquier como elementos decorativos, acompañado siempre de buena música y de un equipo de trabajo de siete jóvenes, que decide llamar como ‘kindergarten’.