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El aislamiento preventivo comenzó. Y con él, una parte del fragor de las calles, oficinas, mercados y aulas escolares se queda o se traslada a casa. No se trata de una nueva temporada de vacaciones, pero sí lo es de ocio, de tiempo libre, de preocupaciones por la salud y estrés (el estrés del encierro, del aislamiento, de las opciones y el dinero que se agotan). 

En este escenario —inédito hasta hoy para muchas generaciones— propiciado por el coronavirus, muchos adultos se preguntan cómo contribuir a ocupar el tiempo libre de los niños y jóvenes con quienes conviven. Las recomendaciones, en Tv y en prensa, hablan de paseos por museos virtuales, portales web para descargar libros y películas para ver en casa. No faltan tampoco los juegos de mesa y actividades como dibujar, meditar, leer, conversar… Todas, acciones que han sido parte de nuestra cotidianidad, pero ahora en cuatro paredes. 

De manera que quedarse en casa es la principal exigencia, así se goce de buena salud; y no salir a menos que sea urgente hacerlo, como ir a trabajar y hacer la compra (hasta que también eso sea demasiado riesgoso). 

Para la directora de la Fundación Círculo Abierto, Victoria García, la actual coyuntura 'sirve para afianzar los lazos de afecto'. En dicho afianzamiento la lectura en niños y jóvenes juega un papel vital. 

'Los buenos lectores cuentan cómo sus relaciones positivas con la lectura tienen que ver con su abuela o su mamá leyéndoles un cuento, o con una persona cercana a la que amaban', dice y enseguida ofrece algunas recomendaciones en papel y en páginas web: el clásico para niños Donde viven los monstruos de Maurice Sendak, La mujer de la guarda de Sara Bertrand, y para jóvenes La vida salvaje de Claudia Rueda o la novela gráfica Follaje de Truchafrita.

Entre las opciones virtuales, está la página web del Ministerio de Cultura y su Plan Nacional de Lectura y Escritura ‘Leer es mi cuento’, donde el visitante encuentra opciones sobre qué leer y por qué hacerlo, además de una biblioteca con audiolibros. 

En la misma plataforma está MaguaRed, 'un portal de cultura y primera infancia en la red', con distintos recurso lúdicos descargables: rompecabezas, máscaras, libros, fondos de pantalla, apps, entre otros.

Además, en cuentocolectivo.com, a los jóvenes se les propone crear un cuento con el concepto de ‘cadáver exquisito’, en el que alguien comienza un texto y el resto lo termina o le diseña la carátula.

También menciona la página ciudadseva.com, donde pueden leerse online una gran cantidad de cuentos de autores como Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Clarice Lispector.

En medio de la peste. Por su parte, Daniela Pabón, docente del Departamento Humanidades y Filosofía de la Universidad del Norte, considera que en estos momentos la lectura nos ayuda a 'viajar sin movernos de casa, así suene como un cliché, y también a pensarnos desde otras perspectivas'. 

Entre sus lecturas está el Decamerón de Boccaccio, libro en el que siete mujeres y tres hombres deciden, en medio de la peste negra que aquejó a Florencia en 1438, recluirse a contar historias. 

'Decamerón sirve para repensar las bases de una sociedad. Cuando entramos en crisis, los seres humanos nos mostramos de manera más natural. Eso nos permite identificar dónde estamos y hacia dónde vamos', dice la docente y escritora, quien considera que la circunstancia se presta para leer ciencia ficción y distopías, como los cuentos ambientados en futuros de Isaac Asimov. 

Ambas especialistas coinciden en algo: el acompañamiento, la cercanía afectuosa permite 'provocar' la lectura en niños y jóvenes. 

'Una provocación es un libro abierto, es decir ‘ven y leemos juntos esa parte’ o ‘léeme esto’. Una lectura te permite hablar de temas que nos preocupan, porque las niñas y los niños viven en el mundo de nosotros y están sufriendo también esta emergencia mundial, y seguro quieren hablar de eso', dice García.