No hay una forma más inmediata de dar por perdido un dispositivo digital que verlo sumergido en el agua.
Existen contadas excepciones, pero la vida y los antecedentes han demostrado que los teléfonos móviles inteligentes solamente pueden soportar una exposición mínima a los líquidos, debido a que estos tienen mayor facilidad para dañar las piezas que permiten el funcionamiento de los mismos.