Hace muchos años, en 1974, para la época del Return to forever, aquella mítica agrupación que conformó Chick Corea con el percusionista brasilero Airto Moreira, la cantante también brasilera Flora Purim, el bajista Stanley Clarke y el saxofonista Joe Farrell, en una entrevista que concedió al crítico de jazz Bob Rosembaum, a la pregunta de cómo se veía en el futuro en términos musicales, Corea respondió de este modo: 'Nosotros tenemos metas de corto, mediano y largo plazo, y todas estas instancias involucran mucho de persistencia y de continuidad; y especialmente expansión de los conceptos de lo que estamos haciendo en términos de obtener siempre una música de la mejor calidad, para llegar a un mayor público, y buscando la forma de que lo que cambiamos y experimentamos sea para continuar interesados nosotros mismos y mantener también el interés de la gente para la cual hacemos nuestra música'. Y agregó: 'Personalmente me interesan mucho las artes y las multimedia como el cine y la danza; me interesa ser un compositor; me interesa escribir para grandes orquestas, y sobre todo escribir música para cine. Y todos estos proyectos están en una suerte de posibilidad permanente teniendo como base de trabajo un grupo piloto como este. Porque yo considero que este es un proyecto piloto'. (Lea también Miles Davis sigue en ronda).
Pues bien, el grupo aquel cumplió su ciclo entre 1972 y 1978, tiempo en el cual entraron, salieron y regresaron importantes figuras, dejando a la historia del jazz contemporáneo páginas memorables que aún hoy se sienten adelantadas inclusive para los oídos más jóvenes. Allí están sus 12 álbumes que contienen joyas como Fiesta, Spain, Liviano como una pluma, Cristal Silence, 500 Miles High, No Mistery y My Spanish Heart, entre otras joyas.
Pero para Chick Corea los factores aquellos de persistencia, continuidad y expansión que animaron su vida musical desde un comienzo han seguido siendo los motores para ir alcanzando metas musicales que aún hoy a sus 73 años no cesan de estimular su creatividad y su búsqueda.
Y en efecto, ha estado involucrado con proyectos multimediales para cine y video arte; ha logrado ser hoy por hoy uno de los compositores de culto en la literatura jazzística moderna; ha logrado también que en el plano de la música culta se le considere como un autor contemporáneo en ese campo, componiendo para diversos formatos: orquesta, conjuntos de cámara y piano solo, prueba de ello son sus exquisitas piezas breves llamadas Canciones para niños (Children’s Songs), o el Corea Concerto, con la Orquesta Filarmónica de Londres, que contiene su tema Spain, para sexteto y orquesta, y su ya celebrado Piano Concerto No. 1.
Y por último, aunque aquel grupo piloto se deshizo, es claro que Corea siempre aplicó a sus proyectos posteriores ese carácter piloto y experimental que le permitía estar en la búsqueda de nuevos conceptos y nuevas sonoridades. Y eso ha sido así porque Corea ha estado pendulando incesantemente entre los lenguajes de lo electrónico y lo acústico, conectando pasado, presente y futuro en un espíritu que no dudamos se forjó durante la experiencia definitiva que vivió Corea en el seno de aquellos años fundacionales de nuevos sonidos y estructuras en el jazz que proponía el Príncipe de las Tinieblas: el indefinible, el inabarcable, el siempre misterioso Miles Davis.
Todo lo anterior quedará corroborado con el regreso a los inicios (pero de un modo nuevo y con nuevas sangres) que representa la banda con la que estará este año en Barranquijazz. Estamos hablando de Chick Corea & The Vigil, un proyecto musical eléctrico y acústico con el que Chick Corea se reinventa a sí mismo con un grupo compuesto por jóvenes músicos de talento excepcional como Carlitos del Puerto, Luisito Quintero, Tim Garland, Marcus Gilmore (nieto de Roy Haynes) y Charles Altura.