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¿Dónde están? Con Papá Noel la cosa es más fácil. 'En el Polo Norte', responden indistintamente niños y niñas de cualquier estrato social de la ciudad, como si de la cosa más obvia se tratase. Es evidente que el señor regordete se encuentra en el extremo más septentrional de la Tierra, engordando, haciendo castillos de nieve y, por supuesto, construyendo juguetes.

El Niño Dios es algo más abstracto. Lenis, de siete años, nunca lo ha visto pero cree que es alto 'y bonito'. Para Ricardo, de ocho, él es el jefe de Papá Noel, este último vendría a ser una suerte de ayudante.

Gordo polar, enfundado en abrigo de algodón rojo, o bienhechor de los cielos, lo importante es que ambos ‘están’, pues, tras siglos de haber sido representados de las más diversas formas, aún hay niños que esperan cada 24 de diciembre a sus omnipresentes benefactores.

Ahora bien, ¿quiénes son exactamente estos dos personajes? 'Pues los que nos traen los juguetes', responde con un justificado tono de burla Gabriela Fernández, una niña de siete años, que va de la mano de su madre mientras recorren la feria del juguete para ver los presentes que le pedirá al Niño Dios que vaya a comprarle el día de la Navidad.

¿Quiénes son? Es que la pregunta es evidente, pero al mismo tiempo no tanto. Sí, Papa Noel y el Niño Dios son quienes traen los regalos, pero, ¿desde siempre tuvieron esta costumbre tan filantrópica?, la respuesta es no.

Papá Noel empezó a colarse entre las chimeneas más o menos a finales del siglo XIX, cuando el autor norteamericano Clement Clarke Moore retrató gran parte de la forma en la que lo vemos actualmente en su poema Una visita de San Nicolás.

Posteriormente este personaje se cambiaría el nombre a Santa Claus cuando llegó a Estados Unidos y a Papá Noel cuando llegó a Francia. Con este último nos quedamos nosotros.

El Niño Dios, por otra parte, en realidad nunca ha entregado regalos, es que él mismo es el regalo; al menos esa es la postura de la Iglesia católica y durante siglos lo único que llegaba con su nacimiento era la promesa de la salvación y la alegría de haber vivido un año más.

Con el transcurrir de los años, más específicamente en el siglo XIX, las personas empezaron a darse presentes como un símbolo de alegría.

La costumbre de llamar al responsable de traer los presentes Niño Dios o Niño Jesús, en vez de Papa Noel, se afianzó en las regiones más católicas como España, Latinoamérica y Europa Central.

Entonces, ¿quién trae los regalos del Niño Dios? Pues probablemente los reyes magos que le dan los suyos y traen otros cuantos para el resto de los pequeños de la familia. Ricardo, que pasea con su madre en el almacén Toy Center del Buenavista, parece satisfecho con esta teoría.

¿Hasta cuándo? Las estadísticas en Estados Unidos revelan que un 87% de los padres desearían que sus hijos creyeran en Santa Claus la mayor cantidad de tiempo posible. En Barranquilla esta opinión no pareciera ser muy diferente, incluso entre los padres que se dedican a vender los juguetes que después obsequiará la dupla Papá Noel – Niño Dios en Navidad.

'Hasta lo más que la fantasía dure', esa es la respuesta de Vanessa Palma, la madre del pequeño Ricardo que sigue en Toy Center del Buenavista, pero ahora se entretiene ojeando una espada de Las tortugas ninja a lo lejos. 'Creo que le podríamos decir a los nueve años, pero ahora tiene una hermanita de tres y nos preocupa que luego le diga a ella'.

La historia es más o menos la misma para los demás padres que hacen su labor de ‘observación’ para el 24 de diciembre. Karina Fontalvo es una excepción a la regla, ella ya tuvo ‘la charla’ con sus pequeños, 'los niños de ahora se dan cuenta de las cosas muy rápido, entre el Internet y los amiguitos del colegio se terminan enterando', afirma. Sus dos hijos, uno de 11 y otra de siete, hacen la carta de Navidad de todas formas, ‘por si acaso’.

Karina Fontalvo lleva a sus niños a que escojan los juguetes del 24. Ellos siguen escribiendo la carta para el Niño Dios.

Su importancia. La opinión sobre la importancia que revisten ambas figuras en el desarrollo mental de los niños es ambigua, para algunos especialistas no se trata de la fantasía de la Navidad solamente, sino de la fantasía en general.

El escritor y psicólogo infantil austriaco Bruno Bettelheim, en su reconocida investigación psicoanalítica de los cuentos de hadas, encontró en la trama un alto valor estético y terapéutico, capaz de desencadenar las ataduras neuróticas y ayudar a los niños a solucionar sus angustias y conflictos emocionales.

La psicóloga Viviana García, con énfasis en psicología clínica, asegura que: 'Si bien el relato de Papá Noel o el Niño Dios no son parte vital del desarrollo mental de un niño, sí se podría decir que es mayor el beneficio de mantener esta idea viva antes que explicárselas'. Aclara que esto se aplica a una edad determinada, cuando los niños están conociendo el mundo apenas y la imaginación es una parte importante de su desarrollo.

Llega un momento en que para los niños es mejor empezar a centrarse en cosas más visibles, no tan invisibles –secreto de su infalibilidad para ocultarse el 24 de diciembre– al fin y al cabo estarán conviviendo con esas cosas visibles durante 364 días del año y solo uno con estos maestros de la sutileza.

No obstante, si los pequeños disfrutan tanto con la Navidad, quizá valga más para todos acompañarlos y escribir de vez en cuando esa carta con los deseos intangibles que cuando crecemos sabemos menos mágicos pero más valiosos… solo por si acaso. Así que, si me permiten, termino este texto para empezar otro… Querido Papá Noel…