Compartir:

Llegó a Nueva York con dos maletas y recorrió el continente americano hasta que se ganó el crédito de ser considerado una de las mejores narices de la actualidad.

Decir nariz equivale a perfumista, y un perfumista es un señor que mete olores en un frasco luego de combinar notas frutales, florales o amaderadas. Una nota es un aroma, que a su vez puede descomponerse en 400 componentes posibles, aproximadamente.

'Es una respuesta muy simple pero que puede ser muy complicada', advierte Arnaud Winter, perfumista de Thompson Ferrier y de Cosmo Fragances, la primera una empresa neoyorquina y la segunda con sede en Fort Lauderdale, Florida, quien en su visita a Barranquilla trajo su última creación envasada en cristal. La misma que cabe en una mano y le tomó dos años y medio componer.

Educado en el Instituto Superior Internacional de Perfumería, Cosmética y Aromas alimentarios de Versalles (Isipca), la única escuela de perfumistas en el mundo, Winter hace parte hoy del selecto grupo de perfumistas o narices de casa, aquellos que están a cargo de diseñar exclusivamente fragancias para una marca, como el caso de Hermés, Chanel o Dior.

Arnaud hace lo suyo en Yanbal, donde llegó hace 20 años reclutado por Fernando Belmont, fundador de la compañía, para crear la línea de fragancias de un emporio que traería la filosofía del nuevo lujo a Latinoamérica.

Tras tres años de estudio en el Instituto perfumero, Arnauld asegura que logró 'graduarse’’ en realidad cuando se fue a vivir al sur de Francia y aprendió a dominar el arte de la destilación de las flores, su material prima natural, para traer a tierras latinas la gala tradición milenaria de producción de aromas.

Arnauld, enfundado en un esmoquin impecable y con un acento europeo que no trastabilla al interpretar el español, se encierra en los laboratorios de Cosmo Fragances para traducir las sensaciones en olores. 'La inspiración no se programa. Uno no se sienta en su escritorio a decir: 'hoy voy a tenerla'.

Una vez la fragancia se posa sobre su escritorio y le coquetea, se pone a mezclar. Ese bichito de la curiosidad que aflora de repente es algo 'que vive con el trabajo del perfumista para capturar el momento en que la idea está llegando'. Dejarlo ir no es una opción.

Entonces oler, captar, verter y capturar son los verbos invitados. Luego vienen los ensayos, y pueden pasar hasta 500 hasta lograr el estado ideal de una fragancia. Hallar ese momento es lo más difícil de la creación. 'Por eso trabaja todo un equipo. Porque cada uno aporta su percepción'. Además del perfumista máster, está el equipo creativo, el de mercadeo e incluso los dueños de la compañía, pues es en ellos reside la idea inicial del alma de la firma.

'Cuando todos los caminos se cruzan se encuentra el perfume ideal'. Pero claro que entre tantos cientos de ensayos y a punta de prueba y error se camina, muchas veces, sobre los propios pasos. 'Lo más difícil es decir que nos equivocamos. Pero regresamos y ya está la fragancia final. La duración del proceso creativo la resume en una onomatopeya: 'Uffff…'. A veces dos, tres, cuatro años. A Ccori Cristal, su último ‘hijo’, lo concibió durante dos años y medio.

Winter es un defensor de la sinestesia porque asegura que los olores sí representan sensaciones. 'Claramente sirven para manipular a la gente', anota, pero no olvida el lado romántico de la cuestión. 'El perfume aspira a despertar la cultura de la gente', pues en cada país, los olores tienen significados nuevos y diversos: lo que se huele es lo que se es y se ha vivido.

Hay también olores universales. 'Por ejemplo: la vainilla habla de todo el mundo. Desde niño uno conoce la vainilla en los postres de la abuela y en el helado. Es una fragancia capaz de seducir'.

Flores como el jazmín y la gardenia son notas fuertes. La fresia, en cambio, es más ligera. Cada una tiene un secreto para extraerles su alma. Hay una manera general de extraer las materias primas, pero hay un proceso de refinamiento que es muy especial para cada flor, fruta o madera.

Ahí es donde entran en juego, muchas veces, los centros de desarrollo de materias primas naturales, o dicho en otras palabras, campos en tierras fértiles de los que nacen orígenes únicos. Por ejemplo, en Ccori Cristal hay una rosa que fue desarrollada especialmente para ese perfume, y así sucede con clásicos como el Chanel N°5, cuyas rosas se extraen de la región de Grasse, en Francia, el pueblo perfumero por excelencia.

Un par de años podría tardar Arnauld Winter en volver a Colombia. Todo depende del tiempo en que logre terminar su actual mezcla de aromas y que esta sea aprobada por consenso. Se toma sus años, dice, porque crear fragancias no es un acto aleatorio. 'Es una parte de ti que regalas', asegura, y las dádivas deben pensarse sesudamente.

'Crear está bien, pero entregar es aún mejor', remata Arnauld. Una sentencia que se impregna en el ambiente, como sus perfumes.